¿Quién es José Antonio Garmendia?

¿Quién es José Antonio Garmendia? En primera instancia, alguien con capacidad para disponer de una tribuna abierta en el diario de mayor tirada de la nación, El País. Profundizando algo más, diríamos que es profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Un paso más, el que nos permite dar su reciente artículo de opinión Si Dios existe, sería afirmar que es una persona confundida.

Partamos de la ya manida frasecilla de los autobuses ateos: “probablemente Dios no existe” (maquetada en mayúsculas para evitar astutamente lo que yo aquí he afrontado valientemente, la D grande del nombre propio). Para un sociólogo, ese adverbio de modo “probablemente” haga la frase tan válida como su contraria, y es éste, no otro, el pie que se toma nuestro articulista para zambullirse en una perorata que le lleva —y a nosotros, rezongantes y perezosos, con él— por la línea zigzagueante de a pasando por , , y otras tantas estaciones de paso de quien sabe qué ruta de autobús de Madrid. El ateo beligerante admitió ese probablemente en un cobarde e inteligente acto de autocensura: pues tanto en Londres como aquí o en otros lugares supuestamente libres de pensamiento una afirmación tan categórica como la resultante de su eliminación no sería admitida para su exposición pública. ¿Miedo a la cólera divina? El temor de Dios siempre lo han administrado los hombres.

La única verdad cierta que ese ateo del eslógan no podía evitar, a saber, es que no se puede probar la inexistencia de algo, y no digamos la de Dios en particular —si es que tal puede afirmarse de un concepto tan infinito. Hasta ahí el poder de la lógica. Las matemáticas nos permitirían ir un poco más allá. Como Garmendia sabe sin duda, “probablemente” implica la existencia de una probabilidad, un número entre cero y uno, donde cero es la imposibilidad absoluta del hecho referido, uno su certidumbre completa. El ateo, sabiendo esto, no quiso plasmar la verdad en su frase so pena de convertirla en un galimatías comprensible sólo para él, un puñado de ingenieros y los compañeros de facultad de Garmendia. Me daré el gusto de dejarla aquí, completa:

Probablemente (con una probabilidad épsilon real, mayor que cero, tan pequeña como se quiera) Dios no existe.

Lenguaje del cálculo infinitesimal para expresar lo que realmente queremos decir en ateolandia cuando decimos que “probablemente Dios no existe”. Que no es un concepto falsificable. Que tanto puede existir el Dios judeocristiano como cualquier otro ser omni-de todo, incluido el entrañable Flying Spaghetti Monster. Que, a todos los efectos prácticos —lo que incluye cualquier cosa desde la espuma cuántica a la hasta el conjunto del Universo observable, por lo menos—, Dios no existe.

Ah, y si alguien vuelve a citar el bosón de Higgs fuera de contexto y llamándolo “partícula (de) Dios”, juro que haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré toda sustancia que hice de sobre la faz de la tierra.