No es micromecenazgo

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Una más, ¿verdad? Ah, crowdfunding. Literalmente, «financiación de masas», traducido normalmente como micromecenazgo en detrimento de la antigua cuestación popular. El micromecenazgo (uso esta palabra porque no quiero que parezca que me he escapado del siglo XIX) se está volviendo algo cada vez más popular, válgame la redundancia conceptual. Tan popular que incluso existen páginas de meta-micromecenazgo: en Crowdacy se listan nada menos que 109 plataformas de crowdfunding sin salir de nuestro pequeño país. Al principio fueron ideas para productos, pero ahora se «microfinancian» películas, ensaladas de patatas, carreras universitarias e incluso proyectos de investigación. El micromecenazgo es el futuro. ¡Qué digo el futuro! El presente de la financiación para cualquiera que no tenga la fortuna de disponer de una familia de profundos bolsillos o de un banco dispuesto a respaldar su emprendeduría. Ahora que lo pienso, estas dos condiciones son en realidad la misma.

crowdfunding
Plataformas de micromecenazgo según Crowdacy (21/07/2015).

Así que todo resuelto. ¿No tenemos ni un triste euro ahorrado para emprender como (el) Dios (neocon) manda? Nada, nada: micromecenazgo. ¿Nuestra familia solo nos da los buenos días y algo de ánimo —no mucho, que va caro? Micromecenazgo. ¿El banco no nos hace casito? Adelante con el micromecenazgo. ¿Hay una crisis generalizada de crédito? No importa, recurrimos al micromecenazgo y arreglado. La pena de todo esto es que, en la vorágine micromecenázguica (vale, ya dejo de inventarme palabras) hemos olvidado sus orígenes raciales e hispanos.

https://www.youtube.com/watch?v=ToAFMh_dCB0

Sí, soy un viejuno. Ahora no os resulta tan raro que me acordara de eso de la «cuestación popular», ¿verdad? Pues también recuerdo a la gran Lola Flores, la Lola de España. Una peseta pedía a cada español para pagar la multa de trescientos millones que le exigía el fiscal en su juicio por fraude —un olvido de nada, unos añitos sin hacer declaración de la renta. Como puede observarse en el impagable documento gráfico que os aporto, la señora Flores se da cuenta rauda de que con una peseta por español tendría que volver a reclamar para la Corona las posesiones de América para poder saldar su deuda. De modo que cambia la humilde peseta por las algo menos humildes (para la época, recordemos) cien pesetas. Vulgo veinte duros, vulgo chocolatina, actuales sesenta tristes céntimos de euros alemanes. Con cien pesetas por español, y dada la población de la época, tenía para pagar su multa, el concierto más copa de agradecimiento y retirarse con la calderilla que sobrara.

¿Algún problema? Sí, algún problema. Es posible que desarrollar y sacar al mercado un producto no sea uno de los derechos fundamentales con los que todos nacíamos. Puede que financiar una película tampoco esté entre ellos, aunque no hace tanto tiempo existía un organismo que llamaban «ministerio de Cultura» que apoyaba de esa forma la difusión de lo que quiera que tuviéramos de bueno para enseñarnos y para mostrar por ahí fuera. Pero cuando hablamos de educación o de investigación científica nos estamos acercando —yo diría que ya hemos rebasado, pero ¡opiniones!— el límite de aquello a lo que deberíamos, como personas, tener derecho. Mención aparte del absurdo de base: el micromecenazgo tiene alguna posibilidad de funcionar en tanto solo pretendan sacar algo de él unos pocos. Si lo que pretendía la añorada Lola se hubiera transformado en un movimiento de masas todos habríamos acabado aportando para todos los demás exactamente lo que nos hubieran dado. ¡Magia matemática!

El crowdfunding no es un instrumento democrático, sino un elemento más de atrezzo en un aparente gobierno de las masas ciudadanistas que, en realidad, sigue siendo la misma oligarquía de siempre —sí, la que lanzaba (y lanza todavía) cuestaciones populares para sufragar un nuevo templo, o un monumento a caballo del prócer que tocara. Si lo miras y te da vergüenza no es micromecenazgo, es mendicidad. Voy a abrir una petición de firmas para buscar apoyos.


Comentarios

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3 respuestas a «No es micromecenazgo»

  1. Avatar de Chapeau el emirriau
    Chapeau el emirriau

    Totalmente de acuerdo, pero como la gente está absolutamente imbuida por la cultura consumista y neocon, y no hay sistemacidad en el pensamiento, ni nada, más que como mucho progresía posmoderna, pensamiento débil pues, así nos va. Le ponen un nombre en inglés que suene muy cool y se lo comen con patatas hasta dentro. Esto en EEUU ya es el pan nuestro de cada día. Hasta en series de éxito como Breaking Bad, el protagonista participa de un crowfunding, que luego es una tapadera, para pagar el tratamiento de cáncer, y todo tan normal. Pero esto no es sólo para mindundis, incluso gente de éxito, famosa, como, ahora se me ocurre un dibujante de cómic de la Marvel muy reconocido, ha tenido que hacer crowfunding para pagarse un tratamiento. Es la vuelta a los sistemas de caridad de la sociedad victoriana, antes de que se implantaran los sistemas de protección social y el Estado del Bienestar. ¿ Ud no tiene capital para montar un negocio y poder trabajar? haga crowfunding, sea un emprendedor, y conviértase en un triunfador, sino lo consigue y fracasa será culpa suya, no de las estructuras del sistema ¿ Qué no tiene con qué pagar la operación de su hijo? Para eso está el crowfunding, amigo. ¿ Que no tiene dinero para estudiar? Pero hombre, eso lo arregla la caridad victor.. digo el crowfunding. Y todos tan contentos y sonrientes cual mosca en un festín marrón a esperar que nos caigan las moneditas del mantel de los ricos.

  2. Contribución: una pezeta; reward: ir al estadio para el concierto de la Lola. Contribución: cien pezetas; reward: tomarse una copita y llorar de alegría.

    Qué entrañable documento y qué refrescante post.

    Quizá el micromecenazgo funcionase si, no sé, se nos obligase a todos, en función de nuestras posibilidades y nuestra renta, a dar una parte de nuestro salario para financiar grandes proyectos públicos de los que todos saliésemos beneficiados (colegios, hospitales, investigación, infraestructuras,…). Debería entenderse como una contribución ciudadana para equilibrar desigualdades, asegurar derechos y mejorar la convivencia. Por supuesto el desafío estaría en la gestión de esos recursos, muy sujeta a la corrupción, y que necesitaría un control estrecho, pero no sé si con el micromecenazgo habitual se podría asegurar el funcionamiento de proyectos grandes y necesarios. No sé, ideas locas que tiene uno.

    1. Mmm… Le pones “Micromecenazgo ciudadano colaborativo” o algún nombre igual de chorras. Luego anuncias que vas a eliminar los impuestos y en las próximas generales hay tortas por meter tu papeleta en la urna. Garantizado.