Equivocarse es de humanos

La sonda Mars Global Surveyor, desaparecida en noviembre de 2006 en órbita del planeta Marte, pudo sucumbir ante un pequeño error de programación. La noticia, reducida a su mínima expresión, muestra a una agencia espacial plagada de incompetentes, digna de una Loca Historia de las Galaxias protagonizada por programadores descuidados, y no refleja en absoluto la realidad de lo sucedido.

Hubo, en efecto, un error de programación. Dos registros de memoria actualizados en junio de 2006 tenían un valor incorrecto. El ajuste de rutina de los paneles solares del 2 de noviembre lleva a los motores de los paneles a desplazarlos hasta el final de su carrera, generando una serie de alarmas. El ordenador de a bordo interpreta que uno de los motores está atascado, entra en su modo seguro y procede a orientar la nave de modo que el calor del Sol provoque una dilatación y lo suelte. Pero tras comunicar este hecho al control de tierra, la antena queda orientada incorrectamente; esto provoca la pérdida de comunicaciones, que habría sido temporal de haberse tenido en cuenta en el diseño original la estabilidad térmica de las baterías en esta situación. Por pura casualidad, una de las dos queda orientada hacia el Sol: se sobrecalienta y se descarga, y provoca en 11 horas la descarga en cascada de la segunda. La nave, desorientada y sin energía, queda a la deriva; la misión se da por finalizada.

La realidad es siempre más interesante que la noticia. Lo cierto es que el éxito de la MGS fue tan grande que su misión fue ampliada cuatro veces consecutivas por los responsables de la agencia espacial americana. La nave, en órbita marciana desde septiembre de 1997, tuvo tiempo de fotografiar varias veces la superficie completa del planeta, lo que ha permitido estudiar los patrones atmosféricos estacionales. Descubrió cráteres nuevos, que no estaban al principio de su misión. Más importante aún: aportó una de las evidencias más concluyentes en favor de la hipótesis del origen hídrico de los barrancos de Marte, ofreciendo así una de las piezas más relevantes de la nueva geología marciana y, tal vez, un motivo para ir allí en persona algún día.

Centenares de científicos analizarán durante muchos años los datos aportados por la MGS; los ingenieros han obtenido una experiencia sin precio sobre los avatares de una misión realmente longeva; y los legos nos hemos quedado con la maravilla de sus imágenes de aquel desierto lejano y no tan seco como creíamos. Descanse en paz.

brucknerite