Unidades periodísticas

El lenguaje de los periódicos suele ser como la comida rápida: fácil de hacer, fácil de digerir. Y los lugares comunes son como retortijones en la digestión. Tengo un amigo que siempre que ve un reportaje televisivo o un artículo sobre un accidente de cualquier tipo, busca la expresión “amasijo de hierros” para obtener su dosis diaria de exasperación. La encuentra, invariablemente. Google la encuentra 44 veces en el último mes de noticias.

Mi preferencia personal son las unidades periodísticas: esas formas de medir la realidad que se repiten en tabloides, telediarios e incluso en documentales de La 2. ¿Cómo es de alto un puente? Lo decimos en “pisos”, aunque un puente no tenga pisos. ¿Cuánta superficie se quemó en el incendio? Démoslo en “campos de fútbol”, y no importa si son de media hectárea o de una. ¿Cuánta cerveza se bebe al año en la República Checa? La “piscina olímpica” parece una buena forma de medirlo (dejando aparte lo perturbador de la imagen de una piscina llena de cerveza, y lo más perturbador de la respuesta: más de 620). Y, ya para molestar, ¿cuán grande es un asteroide mata-dinosaurios? ¡Los medimos en “estados de Texas”! ¿Y eso, cuánto es? 1,3399 “Españas”.

Un sitio tan serio como The World Factbook (¡sí, de la CIA!) da las áreas de los países en “comparativa”. Me aclara mucho pensar que Burundi es “algo más pequeño que Maryland”. ¿Dirán de Maryland que es “algo mayor que Burundi”?

Tengo pensada mi venganza frente a tanta estulticia: las unidades Sinatra (es decir, a mi manera). Daré los tiempos en nanosiglos (un nanosiglo son π segundos, poco más o menos)
o en microquincenas (1,2096 segundos). Mediré los puentes en microsegundos-luz (300 metros), y diré que mi coche alcanza la vertiginosa velocidad de 1,6 kilohercios por attoparsec, cuesta abajo. Está muy bien para los 0,056 mm2 de gasolina que consume.