El día del pingüino (2)

¡No me funciona el Bluetooth!

Reconozco que en el anterior artículo exageré un poco con lo del criterio de aceptación de Linux para mis ordenadores. En primer lugar, es vox pópuli que una distribución, probada en modo live, no tiene las mismas posibilidades de autoconfiguración que una instalación “de verdad”. Lo he comprobado unas decenas de veces: a la hora de realizar la instalación, las condiciones de funcionamiento nunca son exactamente las mismas. Esto puede llevar a sorpresas de todo jaez, aunque lo más sorprendente en sí mismo es que negativas y positivas se reparten más o menos a medias el pastel —cuando uno, malpensado y cínico, tendería a estimar la proporción en un 99,9% de las malas frente a un 0,1% de las buenas (y que acaban resultando malas por error de apreciación provocado por la falta de sueño).

En segundo lugar, hay dispositivos por los que no doy dos higas, honestamente. Los botones extra de los “teclados multimedia”, por ejemplo. Pero cuando la primera objeción se combina con la segunda (sorpresa negativa con dispositivo importante) tenemos las semillas de un artículo de bitácora, además de una hora o dos de concienzudo devanado de circunvoluciones de la cabeza.

¡No puede ser!

Sí, sí que ha sido. Recuerdo perfectamente cómo en una de las primeras pruebas con , el adaptador de de mi portátil había funcionado. No le di mayor importancia, hasta que después de la instalación definitiva observé con (cierto, tampoco mucho) estupor que no pitaba.

Metódico que es uno, cribé la salida de dmesg en una consola para comprobar que no había error alguno y que el dispositivo estaba correctamente detectado en la secuencia de arranque. A continuación, tecleé hcitool dev, lo que debería haber listado los dispositivos Bluetooth disponibles en el sistema (uno, en mi caso). Obtuve un conjunto vacío por respuesta —este es el momento de la expresión facial WTF.

Inspiración

Uso poco el Bluetooth, la verdad. A veces, para sacar una foto del teléfono móvil que medio merece la pena. Por eso suelo apagar el dispositivo cuando no lo estoy usando para alargar la duración de la batería cuando estoy por ahí (igual hago con el WiFi, sólo que este lo apago menos por motivos obvios). El encendido/apagado lo hacía desde la interfaz al uso que HP, el fabricante de mi portátil, provee para Windows XP. Estoy seguro al 101% de que cuando finalmente activé el particionador de disco (lo más parecido que hay en el mundo de la informática a una motosierra) e instalé Ubuntu, el dispositivo estaba apagado. ¿Y si…?

Fue un experimento algo tedioso: reinstalar Windows y los controladores de Bluetooth sólo para encender el dispositivo. Reinstalar Ubuntu y ver qué pasaba. Nada de particular, salvo que ahora tengo un adaptador Bluetooth perfectamente funcional.

Moraleja

Antes de instalar Linux, no desactives ningún dispositivo interno de la máquina. Muchas de las características de los diferentes cacharritos son propietarias y, por tanto, no están adecuadamente documentadas. Cualquier estado que se conserve entre apagados es sospechoso. Así que, ya sabes, todo encendido y ¡a instalar!