Todos ecológicos


Cloverdrops
Foto original de Poagao.

De un tiempo a esta parte, todos los coches son ecológicos. La industria automovilística ha descubierto unos polvos mágicos (sin chistes, por favor) que transforman los vehículos en paladines de la protección medioambiental. Es una suerte que haya sido tan sencillo: desde siempre, los ingenieros hemos acostumbrado a tratar con equilibrios y balances. Más rápido, más barato, mejor hecho: escoge dos. Por eso es un placer comprobar como la ingeniería automovilística, de un tiempo a esta parte, se ha transformado en un juego parecido a la teología.

Conversación entre teólogos, año 300 de nuestra era. Dios es omnisciente, omnipotente, y omnipresente. Ahora bien…

Arnobio… ¿Y si le ponemos un atributo más a Dios? Se me ha ocurrido “omnibenevolente”.
—Ya que te pones, amigo Lactancio, que sea también ecológico.

Arnobio y Lactancio llegaron a Padres de la Iglesia (después de muertos, claro). Sin embargo, no ascendieron a los altares como la mayor parte de sus compañeros por sus ridículos nombres, sobre todo el del último. “San… ¿qué? ¡Virgen de la leche a chorros!” El presunto blasfemo (sigue este último enlace) podría haber dicho “galactorreica”, que es lo mismo en griego y en fino. Pero volvamos al tema.

Es bien sabido que si algo se anuncia con denuedo, será falso con una gran probabilidad. El sentido común ayuda, y es que mover una tonelada larga (1200 kg) de metal y plásticos para que cien kilos de carne (por redondear) vayan y vuelvan de sus recados cotidianos, recorriendo una treintena de kilómetros al día parece poco eficiente. Vaya por delante mi opinión en firme:

  • No existe el coche ecológico. Ni el híbrido de hoy, ni el de hidrógeno (?) de mañana, lo son.
  • El coche que menos contamina es el que no se fabrica. Y, después, el que no se mueve.
  • Se puede ahorrar combustible y ,por tanto, emisiones, con un coche convencional (¿no ecológico?). Ya hemos tratado ese tema.

Dicho lo cual, podemos pasar página y reírnos a mandíbula batiente de los ingredientes que los diferentes fabricantes han añadido a sus locos cacharros. Pero eso será otro día.