Miserias tecno-cotidianas


HP iPAQ HW6515
Foto original de windowsmobile.

Hace ya unos días cayó en mis manos, por vez primera, un ; concretamente una HP iPAQ HW6515. Seducido por su teclado y su apariencia general de dispositivo “de altos vuelos” me dispuse a integrarlo en mis tareas cotidianas en sustitución de mi pesado . Con y integrados, ¿cómo no ser feliz?

Cualquiera que haya intentado lo mismo sabe cómo termina esta historia: dos eternas semanas después, abandoné el smartphone y volví a mi teléfono que, misteriosamente, me parecía ahora mucho más rápido y ligero. Durante esas olvidables 336 horas llegué a odiar la pantalla cuadrada de 240×240 puntos —incompatible con casi todas las aplicaciones existentes para Pocket PC; el procesador suficientemente lento como para tardar 3 segundos en dibujar del todo la interfaz del teléfono en la pantalla —pero a la vez sobradamente rápido trasegando electrones de la batería: los cuelgues constantes —ni era tan eficiente colgándose; y el tortuoso manejo que, pese a disponer de más de 45 teclas, obliga en cualquier situación a sacar el stylus y tocar la pantalla, o a agraciarla con pinceladas de grasa corporal cortesía de mis diez dedos pulgares. ¿De pie en un autobús? Mejor llamo luego, no sea que abocine en el suelo con toda la impedimenta.

Al menos la complejidad acompaña la riqueza de funciones (ja, ja y ja). Para disfrutar: la agenda de contactos no admite varios números para una misma entrada; el PIN no se puede teclear si no es sobre la pantalla (recordemos que el cacharro se cuelga varias veces en un día si se levanta con el pie izquierdo); la calculadora no respeta las reglas de precedencia (¡1 + 2 × 3 = 9?). Ni siquiera pude asignarle un tono de llamada diferente al teléfono de mi compañera.


N70
Foto original de Z303.

Mi HW6515 ya es viejo. Está en el mercado desde mediados de 2005 y monta el ajado . Cualquier dispositivo que apunte a cubrir el nicho del smartphone (¿existe tal cosa?) debería haber dejado ya muy atrás la miríada de problemas que encontré durante mis dos semanas de travesía en el desierto. Sin embargo, no es así: sigue castigando a sus desprevenidos usuarios con una usabilidad abismal; cualquier tarea aparentemente sencilla lleva al menos tres pulsaciones y dos despliegues/selecciones de menús. Los diseñadores de smartphones deberían saber ya hace tiempo que el usuario móvil no busca recrearse con su juguete, sino (1º) hacer llamadas, (2º) enviar correos con adjuntos y (0º) jugar a algo un poco menos casposo que el solitario. . A pesar de ello, las noticias del otro lado del charco insisten: los smartphones no funcionan y
la próxima generación será maravillosa
. Y así sucesivamente.


A mi primer teléfono, un de segunda mano con su navikey y su juego de la serpiente, ahogado en una infausta piscina: in memoriam.