A estas alturas de la película, todo el mundo y su perro ha oído hablar de Tumblr. O de Jaiku, de Pownce, de Twitter, de Streem, o incluso de Soup… ¿No? Por lo menos sí habréis oído hablar de del.icio.us o Ma.gnolia. ¿Y Blogger? Si estás aquí, por lo menos sabes lo que es una bitácora. En la taxonomía de los animales de la Web 2.0, la clave es la participación, y las fuerzas que la guían son dos: el acceso y la mezcla. Todas las herramientas citadas, y muchas más que se quedan sin citar, comparten uno de estos dos planes maestros:
Plan número 1
- Facilitar al máximo la entrada de información.
- El público genera “contenido”.
- El contenido genera tráfico, que trae ingresos por publicidad.
- ¡Beneficios!
Plan número 2
- Facilitar al máximo la mezcla y remezcla de información, a ver si aquello de que “el todo es la suma de las partes” resulta ser cierto.
- El público mezcla y remezcla. De resultas, más “contenido”.
- El contenido genera tráfico, etcétera, etcétera.
- ¡Beneficios!
Hay variantes sobre estos planes. La principal, aquella que consiste en pretender generar masa crítica que permita vender servicios premium (las cuentas profesionales de Flickr me vienen a la mente). Pero todas las bestias de la Web 2.0 comparten una característica fundamental, que se denomina en círculos educados crowdsourcing y en lengua llana “que trabajen ellos, que el dinero ya lo recojo yo”.
El crowdsourcing funciona en el mundo virtual porque también es una alternativa de negocio en el mundo real, y sus fundamentos en teoría económica están muy ligados con las economías de escala. Consideremos las monedas de un céntimo; tienen un valor unitario prácticamente despreciable, pero no dejan de ser dinero. Supongamos ahora que estuvieran fabricadas con un metal con la improbable propiedad de oler a bosta de vaca. Tendríamos entonces un incentivo fuerte para deshacernos de estas monedas. Bastará convencer al común usuario de que las arrojen en mis contenedores “anti-olor”; ellos estarán felices de deshacerse de semejante engendro, y yo estaré literalmente recogiendo dinero llovido del cielo. Quién iba a pensar que los modelos de negocio de la Web 2.0 tendrían tanto en común con el reciclaje de papel y las chatarrerías.
Comentarios
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2 respuestas a «Crowdsourcing»
Semos unos borregos, beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeh
Pobres borregos. Millones de años de evolución y todavía no han pasado de la segunda letra del alfabeto.