El efecto Mar Muerto

El efecto Mar Muerto, propuesto por Bruce Webster en The Wetware Crisis: the Dead Sea effect, es un organizativo común en grandes compañías, y particularmente frecuente en empresas de Tecnologías de la Información. Establece que dada una fuerza laboral en la que la competencia y la capacidad se distribuye de forma más o menos aleatoria, las vicisitudes de la mala gestión como una remuneración inapropiada, la falta de reconocimiento, y en general todas esas ineficiencias tan explotadas por Scott Adams en su Dilbert van eliminando del conjunto a aquellas personas más capacitadas para encontrar otro empleo en el que (intentar) huir de su destino gris.

El resultado: como en el Mar Muerto, en el que la sal se concentra hasta impedir la vida, la compañía aquejada por este efecto termina reteniendo al personal menos empleable, resultando en algo muy similar a la esclerosis para toda la organización. No importa que, durante un ciclo alcista, una política inteligente de contratación permita aumentar el nivel medio de competencia; con el tiempo, la propia naturaleza del sistema elimina a todo aquel que podría, razonablemente, conseguir un empleo diferente en alguna otra parte. No es que sólo queden incompetentes: en el Mar Muerto también hay agua, después de todo, y en cualquier empresa hay personas con mayor aversión al cambio por motivos muy diversos. Pero la dilución del ímpetu, del deseo de mejora y de todo aquello que suponga un reto en la organización la lastra irremediablemente.

Hay que ver qué inventiva tienen las estrellas de la consultoría. ¿Conocéis alguna empresa en la que ocurra esto?


Comentarios

Comenta en el blog con tu perfil en el Fediverso, simplemente contestando al post correspondiente del perfil @blog@brucknerite.net.

2 respuestas a «El efecto Mar Muerto»

  1. Avatar de Anonymous
    Anonymous

    Muy acertada la entrada. Me permito, sin embargo, sugerir un cambio en la pregunta: ¿Conocéis alguna empresa en la que no ocurra esto?

    Un abrazo,
    Antonio

  2. Antonio, la ironía no era tan fina… Encantado de verte por aquí, y a ver si retomas tu blog, que prometía.