Los marcianos

Mars Over The Moon
Mars Over The Moon
Foto de Ron Dantowitz,
Clay Center Observatory

Nadie que haya leído la trilogía épica de sobre la colonización de puede sustraerse al extraño atractivo de una idea en principio disparatada, pero más realista cuanto más tiempo se dedica a considerarla. Ahora, , lo más parecido que existe en el circuito de conferencias a un “vaquero del espacio”, propone una vez más que la colonización marciana se lleve a cabo mediante una serie de viajes sin retorno.

El viaje con billete de sólo ida tiene una importante serie de ventajas logísticas y de coste; tantas, que prácticamente obligan a considerarlo como alternativa frente a la más tradicional ida y vuelta. Enumeremos:

  1. Considerado por partes, la fase de ida del viaje a Marte es considerablemente más barata que la vuelta. El segmento crítico de todo vuelo espacial radica en la salida de un pozo gravitatorio, y, aunque la gravedad marciana es un tercio de la terrestre, en Marte no dispondremos de las infraestructuras necesarias para llevar a cabo reparaciones en un sistema con tantos requerimientos, tanto de potencia como de seguridad, como un propulsor de ascenso.
  2. La complejidad de la misión disminuye en un orden de magnitud, y los ahorros consiguientes pueden destinarse a mejorar las posibilidades de supervivencia en la superficie marciana de los astronautas.
  3. Una misión de ida y vuelta es una misión cerrada y autocontenida, como demostró en su ya lejano día el programa Apolo. Si nuestro propósito es expandirnos por el espacio y colonizar otros mundos, la misión de ida y vuelta no es el instrumento más indicado. Si el objetivo, en cambio, es mostrar a otros países lo guais que somos y lo larga que la tenemos, conseguiremos… lo que hemos conseguido: 34 años sin ir a ningún sitio, y contando.
  4. Un viaje de sólo ida tiene mucho más potencial épico que uno de ida y vuelta. En estos tiempos de “Gran Hermano”, ¿qué más podría desear un ejecutivo de televisión? Con la ventaja adicional de la popularización científica y de unos protagonistas no oligofrénicos resolviendo situaciones realmente difíciles ante la cámara. Sólo los derechos de emisión podrían financiar una parte importante de la misión.
  5. Kim Stanley Robinson ya lo apuntaba en : la participación de la empresa privada en el esfuerzo colonizador, mediante la aportación de suministros, podría ser otro factor de ahorro de costes. Los rovers marcianos, fabricados por Toyota o BMW, tendrían un efecto similar a la para estas empresas, por poner tan sólo un ejemplo.
  6. Una misión de sólo ida es como una inversión de futuro, en la que confiamos en la tecnología de mañana para resolver los problemas que hoy nuestras limitaciones de ingeniería no nos permiten soslayar. Como factor adicional, contaríamos con que el sólo hecho de tener a nuestros astronautas ahí fuera actuaría como un potente revulsivo para el desarrollo. La mejor forma de predecir el futuro es inventarlo.

Como argumentos en contra, podría rebatir varios:

  • Falta de voluntarios. ¡Que hagan la prueba! No creo que hubiera que recurrir a desesperados y moradores del corredor de la muerte (y convertir Marte en una réplica a menor escala de la Australia del siglo XIX); bastaría, tal vez, con empezar enviando a personas de cierta edad en las primeras misiones, para pasar a preocuparnos por los problemas de la procreación en una colonia remota cuando la infraestructura básica estuviera ya establecida.
  • Lesa humanidad. Eso habría que preguntarles a los que se marchen, no a los que se queden mareando la perdiz en el patio trasero de su casa. En cualquier caso, lo que es poco humano es quedarnos aquí, sin lugares a los que ir y esperando que el próximo meteorito gordo nos borre del mapa. Los dinosaurios perecieron porque no tenían programa espacial.

Soslayadas estas objeciones, sólo quedan las habituales contra cualquier vuelo espacial tripulado: que si mejor robots, que si deberíamos gastar el dinero en la Tierra… Pero esas son eternas, por lo que parece. Por cierto, si me dieran a escoger entre diez —probables— años de asilo y seis meses en Marte, sé qué escogería.