La Paradoja de Fermi es un jarro de agua fría para cualquiera que haya mirado alguna vez hacia arriba en una noche estrellada y se haya preguntado si estaremos solos. En pocas palabras:
Si el Universo está lleno de seres inteligentes y civilizaciones tecnológicas, ¿por qué no hemos oido nada?
Todos los esfuerzos por encontrar alguna señal proveniente del espacio han sido vanos. El más conocido, SETI@home, lleva distribuyendo ruido blanco por los ordenadores de sus voluntarios —yo fui uno de ellos, pero me cansé— desde mayo de 1999 sin éxito, hasta ahora. Se detectan cosas, a decir verdad, pero no hay ninguna evidencia de que esas señales no sean más que fluctuaciones aleatorias del ruido de fondo.
Una idea llevaba ya tiempo rondándome: no importa si el espacio interestelar se considera o no como un medio de propagación sin pérdidas, porque hay ruido en todas las bandas. Es conocido, además, que la intensidad de una señal emitida por una antena puntual en el espacio libre disminuye, en el mejor de los casos, con el cuadrado de la distancia. Por tanto, habrá una distancia a partir de la cual la relación señal/ruido de las presuntas emisiones extraterrestres —¡o de las nuestras propias!— caerá por debajo del umbral de cualquier detección razonable. Esta distancia dependerá de lo absorbente que sea el medio interestelar a las frecuencias consideradas y de la potencia de la emisión de partida. Razono con antenas puntuales y propagación omnidireccional porque cualquier otro caso supondría que los extraterrestres saben ya donde estamos para dirigirse a nosotros (poco probable) o que recibimos un haz de radio apuntado al azar (menos probable todavía, anda que no hay estrellas en la galaxia para apuntar); además, la propagación omnidireccional modela bien el conjunto de la actividad radioeléctrica de una civilización planetaria como la nuestra.
Un artículo reciente ha tenido estas consideraciones en cuenta: Broadcasting but not receiving: density dependence considerations for SETI signals. El resultado final: si una civilización tecnológica dura 1000 años (nosotros sólo llevamos 100 años transmitiendo) y sus transmisiones pueden distinguirse del ruido de fondo a 1000 años-luz a la redonda, haría falta que hubieran surgido más de 300 civilizaciones en la esfera centrada en la Tierra y con radio 10000 años-luz para que hubiera una probabilidad significativa de que pudiéramos detectar a alguien. La Paradoja de Fermi no es tal; pueden existir millones de planetas con seres inteligentes en la galaxia, y no tendríamos por qué saber unos de otros jamás.