Hay órbitas políticas

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Imagen de MGR!

Tan solo desde mayo de este año las tripulaciones de la Estación Espacial Internacional () son lo suficientemente grandes como para manejar los complicados aparatos que mantienen al refugio orbital en funcionamiento y dedicarse a hacer experimentos de un modo que pueda denominarse productivo. Pese a todas las dificultades, un resumen de los principales resultados científicos ha sido recientemente publicado bajo el título International Space Station Science Research Accomplishments During the Assembly Years: An Analysis of Results from 2000-2008. Entre otros descubrimientos impactantes, incluye el apasionante relato acerca del aumento de un 4% en el tamaño de las semillas de soja criada en ingravidez o el no menos trepidante informe acerca de las modificaciones posturales de las manos de los astronautas. Todo esto me lleva a revisar una pregunta que me han planteado muchas veces (es decir, más de una): ¿por qué no utilizar la estación como lugar de tránsito hacia destinos más lejanos? Los , la y algún son destinos con gran potencial científico y (en el caso del asteroide) industrial y de seguridad. ¿Qué ocurre para que ni siquiera se plantee transformarla en un astillero en órbita, en un punto de transbordo y reabastecimiento de naves espaciales? ¿Nos hemos vuelto globalmente adictos a las carreras de caracoles, los partidos de criquet y los documentales de La 2 de los sábados después de comer?

La respuesta a esa pregunta tan lógica es triste: la ISS está en una órbita incorrecta. Sólo eso y nada menos que eso. La mejor órbita de partida para cualquier viaje interplanetario es una que esté sobre el , en el que se encuentran (casi) todos los destinos posibles en el Sistema Solar, con una inclinación de alrededor de 23 grados. El cambio de plano orbital es una de las maniobras más costosas en términos de combustible, y la ISS es un auténtico castillo en el aire, con una masa de casi 304 toneladas. Es y será imposible moverla de un modo significativo.

La pregunta quema. ¿Por qué se montó la estación en una órbita que la hacía prácticamente inútil para ninguna actividad menos inocua que la de laboratorio orbital? Respuesta rápida: se buscó la inclinación orbital que “viniera bien” para que los lanzamientos desde Baikonur (45º56’34» N 63º39’10» E) y Plesetsk (62º55’13» N 40º31’6″ E) pudieran subir la mayor masa posible con los costes más ajustados. No es casualidad que la inclinación orbital de la ISS, 51º38′, sea casi exactamente la media de las latitudes de sus cosmódromos principales: dado el momento político en el que se negoció la puesta en marcha de la ISS, su órbita puede considerarse una subvención encubierta de los EE.UU. a la industria espacial ex-soviética.

¿Qué habría sucedido si hubiera imperado la racionalidad y se hubiera escogido una inclinación orbital más apropiada? Tal vez la estación habría sido más cara de construir. Probablemente habrían sido necesarios más lanzamientos, componentes más pequeños o ambas cosas. Quizá el sobrecoste hubiera provocado su cancelación, quizá los ingenieros rusos se habrían mudado en masa a Irán y Corea del Norte, y ahora ni siquiera sabríamos lo del crecimiento de las semillas de soja y los cambios —sutiles— en las manos de los astronautas. Qué rara que es la vida.