¿Qué es la gramática para un nazi?

era un alemán tranquilo, nada sospechoso de nazismo, ni siquiera gramatical. Casado con Eva Schlemmer, aria de pura cepa, había regresado con 34 años a Alemania desde su trabajo en la universidad de Nápoles para cumplir con su obligación patriótica en la Gran Guerra. Fue artillero voluntario en el frente occidental y después censor militar, gracias a sus conocimientos lingüísticos. Cuando todo terminó, se instaló en una elegante casita suburbana cerca de Dresde, en cuya universidad encontró empleo como profesor de lenguas romances. Klemperer era una persona respetable: asistía regularmente a los oficios religiosos de su iglesia, y su primo Otto era un conocido Kapellmeister (director de orquesta) en toda Europa. Sin embargo, su pasado judío —se convirtió al protestantismo en 1912— bastaría para que, a partir de 1933, su vida normal fuera degenerando en una espiral de humillaciones infligidas por el nuevo poder.

Víctor Klemperer
Víctor Klemperer

En 1935 perdió su puesto como profesor como consecuencia de la . Sin desanimarse, concentró sus esfuerzos en su obra Historia de la literatura francesa en el siglo XVIII. Más adelante, también le fue vetado el acceso a las bibliotecas, así como las suscripciones a revistas y periódicos, de modo que tuvo que abandonar por completo su trabajo erudito. A partir de 1938 sólo pudo escribir un diario en hojas sueltas que iba escondiendo su mujer en casa de una amiga. En 1940 su casa fue “arianizada” —es decir, entregada a unos nuevos propietarios de “pura raza”: el matrimonio Klemperer se vio forzado a trasladarse al gueto de Dresde. Con la estrella amarilla en la solapa y casi sesenta años de edad Klemperer fue empleado como mano de obra esclava en una fábrica, soportando además constantes humillaciones e interrogatorios de la Gestapo. En 1942 le prohibieron incluso tener una mascota, con lo que tuvo que sacrificar a su gato. Con toda probabilidad iba a ser deportado al campo de en febrero de 1945, pero las bombas aliadas cambiaron el curso de los acontecimientos: mientras la ciudad entera se consumía pasto de las llamas, Klemperer y su esposa lograron escapar con tan solo algunos rasguños. Mezclándose entre los refugiados, vagaron por una Alemania en ruinas hasta que, meses después del fin de la guerra, lograron volver y recuperar la propiedad de su antigua casa.

Klemperer mantuvo la cordura gracias a su diario durante los oscuros años del Reich: en él había compuesto, hoja a hoja, una obra cumbre de la filología que saldría a la luz en 1947: (Lingua Tertii Imperii, o Lengua del Tercer Reich, en latín). Escrito a medias en latín y en alemán, LTI describe cómo el idioma germano fue transformado en una orwelliana por la propaganda nazi para adoctrinar a las masas a través del uso de eufemismos, neologismos, expresiones repetidas hasta la náusea y falsos tecnicismos. Una pequeña parte de su LTI está dedicada al análisis de la letra del himno del partido Nazi, proclamado después himno nacional junto con el tradicional . Klemperer, ácido, escribió unas palabras que le podrían haber costado la vida —casi como cualquier otra cosa en aquella época:

Es war alles so roh, so armselig, gleich weit von Kunst und Volkston entfernt – „Kameraden, die Rotfront und Reaktion erschossen, / Marschieren in unseren Reihen mit”: das ist die Poesie des Horst-Wessel-Liedes.

Era todo así de crudo, de pobre, de alejado del concepto de arte o canción popular: “Los camaradas fusilados por los rojos y la reacción* / marchan en espíritu en nuestra formación”. Esta es la poesía del himno de Horst Wessel.

LTI – Notizbuch eines Philologen, Aufbau-Verlag, Berlín 1947, pág. 259.

El era el Cara al Sol alemán. Klemperer hace notar en su tratado un problema gramatical en la construcción de ese verso que mi traducción oculta debido a la naturaleza del idioma castellano. En alemán, sin embargo, existe una ambigüedad que altera por completo el significado del texto. Así, „Kameraden, die Rotfront und Reaktion erschossen” tiene dos significados completamente opuestos. Por un lado, el oficial, con “rojos” y “reacción” en nominativo:

Los camaradas fusilados por los rojos y la reacción

Y por otro, el subversivo, con “rojos” y “reacción” en acusativo:

Los camaradas que fusilaron a los rojos y a la reacción

Qué cambio: los primeros camaradas están muertos y “marchan en espíritu” con los demás. Los segundos son, simplemente, unos fugitivos de la justicia. Recordemos que antes de 1933 Alemania era un estado de derecho y esos fusilamientos serían simples asesinatos; esto no era óbice para que el Horst-Wessel-Lied fuera cantado a voz en cuello por los camisas pardas en sus desfiles callejeros desde 1929. Naturalmente, todos los alemanes con estudios notaron el problema, pero decidieron conscientemente ignorarlo —con más intensidad desde 1933. No fue lo único ante lo que cerraron los ojos.


*: Rojos es mi traducción de Rotfront, sobrenombre del brazo armado del partido comunista alemán. Reacción se refiere a las fuerzas policiales (legales) de la época.