Steve Wozniak es un tipo inteligente y una voz relevante en el mundo de la tecnología, como debe ser para el responsable de haber creado un ordenador y un modo de entender la vida para muchos: el Mac. Ayer, por un momento, la magia del periodismo y las pérdidas de traducción le hicieron fuente de una opinión interesante, viniendo de él —Android será la plataforma dominante en el mundo de los dispositivos móviles. En realidad Wozniak se limitó a expresar un pensamiento complejo, cuajado de medias tintas, acerca de cómo el sistema operativo Android dispone de algunas características que su amado iOS, corazón del iPhone, no tiene. Algo cierto al derecho y también al revés, lo que detrae toda su fuerza noticiable. La pesadilla de cualquier periodista, una cita de este cariz: “Sí, A tiene cosas mejores que B, aunque B está generalmente por delante en otras cosas”. Con lo fácil que hubiera sido para Wozniak lanzar una bomba, un scoop como dicen los anglos, del tipo “A es mejor que B y punto”. La realidad y el deseo, una vez más.
Wozniak no revelo nada, y sin embargo parte de lo que dijo sí fue interesante. Trazó un paralelo entre Android y la plataforma PC que no es del todo evidente, y todos sabemos lo que ocurrió cuando los primeros PCs, lentos, inestables y feos por delante y por detrás, se enfrentaron en el mercado a los primeros Macs, depurados y elegantes. Resumiendo: IBM, una empresa dedicada a los mainframes, lanza el diseño de referencia para un ordenador ridículo, de sobremesa, y tiene una percepción tan limitada de su valor que lo regala para que cualquiera pueda construírselo. Microsoft, otra empresa dirigida por un oportunista dispuesto a “tomar prestado” lo que sea necesario para conseguir sus fines de dominación mundial comerciales, se alía primero con IBM para proporcionar el software de sus PCs. Software que, naturalmente, funciona no sólo en los PCs de IBM, sino en todos los demás. Cuando llega el momento de dar el salto a la computación gráfica con OS/2, Microsoft se da cuenta de quién tiene la sartén por el mango y traiciona a IBM haciendo dumping con un nuevo sistema operativo (bueno, más o menos) al resto de fabricantes. El mercado queda inundado por ordenadores de sobremesa baratos con Windows preinstalado, e IBM no tiene más opción que retraerse a un capullo del que saldrá transformada en la actual compañía de consultoría, servicios y aire caliente. ¿Los Macs? Un solo fabricante no podía competir en un mercado donde la utilidad real de tu producto está condicionada por el coste de incompatibilidad. Conocemos el resto de la historia.
Quizá el resultado de aquella contienda estuviera dictado por contingencias que no se repetirán. Quizá lo ocurrido revela claves más profundas que gobiernan la competencia entre sistemas con diferentes estrategias. Quizá Android triunfe y termine dominando el mercado pese al gran arranque de los Macs de mano, los iPhones. Si lo hace, será por haber ofrecido una solución subóptima en un entorno cambiante.
Las grandes ideologías sociales de finales del XIX y el XX son también soluciones diseñadas y optimizadas en competencia, aunque en este particular mercado nos hemos jugado mucho más que el aparato que está en nuestros bolsillos. Repasando la historia, observaremos cómo la capacidad productiva del resto del mundo doblegó al capitalismo de estado fascista. El mismo capitalismo, pero individualista y desregulado, terminó por arruinar al comunismo colectivista en una espectacular competición que pudo haber terminado con todos nosotros. Este mismo Mercado, crecido y con mayúsculas no es más que otra ideología más ante la que sacrificar el bienestar y la vida y se hundirá, eventualmente. Comunistas, fascistas y neoliberales tienen en común el concepto de ideal social cuidadosamente especificado, no orgánico, con exhaustivas listas de lo aceptable y lo inaceptable. Son sueños —pesadillas— de sociedades limpias. Su gran enemigo es el cambio. Si han crecido lo suficiente, terminan provocándolo ellos mismos.
La ecología ofrece otro campo fértil para la metáfora de riesgo: la lucha perenne entre estrategias-r y estrategias-K. En breve, se dice de una especie que implementa una estrategia de supervivencia de tipo r cuando su principal ventaja es numérica. Tasas de reproducción elevada, escasa inversión en la progenie, mínimas probabilidades individuales de supervivencia. Las estrategias de tipo K son opuestas, en cierto sentido. Gran inversión reproductiva y elaborados mecanismos de adaptación al medio. Nosotros, Homo sapiens, somos una especie K, aunque podría argumentarse con éxito que comenzamos nuestra existencia en la sabana con algo más parecido a una estrategia-r frente a competidores de nicho más especializados. Los roedores y los insectos, en general, son buenos ejemplos de estrategias-r. ¿Qué es mejor? Esa pregunta no tiene sentido. ¿Qué prevalece? Depende. En entornos estables los nichos ecológicos más favorables desde el punto de vista energético tienden a estar ocupados por especies-K. Los cambios drásticos barren la competencia especializada y dan oportunidades a las especies-r. ¿Dinosaurios? Claro.
Es un buen momento para detenerse y reflexionar. Hagamos una lista de lo que no he dicho: no he dicho que los iPhones sean elefantes, nazis o comunistas y los Android ratones o luchadores por la libertad. No he dicho que Android sea una plataforma fundamentalmente más flexible que iOS, si es que eso tiene algún sentido hablando de software, donde todo es posible y sólo depende de una mezcla juiciosa de dinero y tiempo. No he dicho que iOS sea un dictador a la espera de una résistance robotizada y verde. Y sobre todo no he dicho que Steve Jobs sea como Stalin o como Hitler, lo que me valdría la descalificación automática por la Ley de Godwin.
¿Qué he dicho entonces? Que el iPhone es un hijo de un solo padre, hardware y software, que nace perfecto y terminado en un ecosistema limpio y controlado. Jobs y sus ingenieros han impuesto que, hasta hace muy poco, características “naturales” de los sistemas operativos modernos no estuvieran implementadas en su iOS por motivos perfectamente racionales. Cortar y pegar: demasiado complejo, ensucia la interacción del usuario. Sólo se añadió cuando se encontró un modo elegante de realizarlo. Multitarea: parte del trabajo del sistema se desperdicia en cambios de contexto, y un dispositivo móvil es un sistema limitado por su disponibilidad de energía. Sólo se añadió (y aún de forma “civilizada”) cuando los procesadores fueron lo suficientemente potentes para mover la interfaz de usuario sin que se notara un ápice que pudiera haber otros procesos invisibles. Flash: no me hagáis reír. Flash está muerto y lo mataré con mis propias manos. (Sí, Jobs podría haber dicho eso en cualquiera de sus keynotes y nadie habría movido una ceja; es el campo de distorsión de la realidad, el mayor invento de Apple. Bueno, quizá tenga precedentes. Pero no están escritos aquí, os los habéis imaginado vosotros solos.)
Android es hijo de muchos padres, corre en teléfonos, tabletas, televisores y en lo que haga falta. Android está fragmentado en versiones y en interfaces de usuario. Cualquiera puede bajárselo y modificarlo. Cualquiera puede aprender un poco de Java y vender aplicaciones en el Market de Google o fuera de él, sin que nadie le pida credenciales de diseño o moralidad. Cualquiera puede fabricar un teléfono a su alrededor y sólo tendrá que preocuparse de los controladores de su hardware específico. Apple innova para iOS. Todos los demás innovan para Android. La tecnología puede cambiar de la noche a la mañana: pantallas flexibles, microprocesadores más económicos, memorias más baratas, nuevas interfaces. Yo sé quién prevalecerá. Una pista: no es el más hermoso.
Comentarios
Comenta en el blog con tu perfil en el Fediverso, simplemente contestando al post correspondiente del perfil @blog@brucknerite.net.
Una respuesta a «Lo que Wozniak no dijo»
Pues sí, y no creas que me he quedado muy satisfecho :-/