
«Una estrella fugaz, pero más lenta. Su brillo aumenta uniformemente durante dos segundos y disminuye inmediatamente para desaparecer, igual de misterioso que vino.» Cualquier noche, mirando al cielo, podrías ver algo que se ajustara a esta descripción. Si no sabes de qué se trata, entonces estás —por definición— ante un OVNI. Algo que vuela y no está identificado. La sola mención del acrónimo nos trae a la mente objetos artificiales, platillos voladores y hombrecillos verdes (o ácidos aliens hambrientos). En este caso hay algo de verdad: se trata, en efecto, de «objetos artificiales» obra de seres inteligentes. Para ser más concretos, de los diseñadores de la constelación Iridium de satélites de comunicaciones móviles globales.
Los satélites de la constelación Iridium proporcionan una red de telefonía móvil digital con cobertura mundial gracias a 66 satélites individuales (más 7 de repuesto) distribuidos en seis planos orbitales de gran inclinación (86,4º) con 11 satélites cada uno. Las órbitas son prácticamente circulares y mantienen los dispositivos a una altura constante de 780 kilómetros, girando alrededor de la Tierra cada 100 minutos, aproximadamente. Los teléfonos habilitados para usar esta red civil han permitido realizar operaciones de salvamento en lugares inverosímiles, aunque también se usan de modo rutinario para coordinar maniobras de aeronaves y barcos, así como para recoger datos científicos desde cualquier lugar del planeta. Como muchos otros satélites, existe la posibilidad de observarlos en noches claras y sin luna desde lugares alejados de las grandes ciudades: aparecen como estrellas de brillo débil (de magnitud 6) moviéndose rápidamente en línea recta por el cielo en un eje norte-sur. ¿Por qué, en ocasiones, se producen esos destellos que incluso pueden observarse en pleno día?
Nadie en Iridium Communications previó que las antenas de los satélites, planas, del tamaño de una puerta (1,86 x 0,86 m) y extremadamente pulidas, pudieran llegar a tener algún efecto visible desde la superficie de la Tierra. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que gracias a las características de su montaje actuaban como auténticos «espejos cósmicos», replicando a una enorme escala el juego al que todos hemos jugado de jovencitos rebeldes en clase: dirigir la luz solar de cualquier ventana mediante el cristal de la esfera de un reloj hacia la pizarra. Como las órbitas de los satélites están perfectamente calculadas y su geometría es conocida y constante —para asegurar la cobertura telefónica— es posible calcular con exactitud dónde y cuándo van a poder contemplarse esos destellos. Su luminosidad varía, aunque se han reportado algunos de magnitud -9.5, 70 veces más brillantes que Venus en su mejor momento. Nada raro, por tanto, que puedan verse en pleno día.
La página web Heavens Above permite calcular los destellos visibles en los próximos siete días desde cualquier ubicación que se le especifique, tanto directamente a partir de su longitud y latitud como a través de una extensa base de datos de ubicaciones. Los parámetros que devuelve son los siguientes:
- Fecha.
- Hora local.
- Magnitud (más brillante cuanto más negativa).
- Altura (en grados: lo que hay que levantar la mirada de la horizontal —0º; 90º es el cénit o «arriba del todo»).
- Azimut (en grados: hacia dónde hay que mirar; el norte es 0º, el este 90º, el sur 180º y el oeste 270º).
- Distancia al centro del destello y dirección, por si queremos ajustar la observación para ver el flare más intenso.
- Magnitud en el centro del destello (algunos destellos serán intrínsecamente mejores que otros).
- Satélite (qué satélite de la constelación Iridium va a provocar el destello).
Los destellos disminuyen rápidamente de intensidad conforme nos alejamos de su centro geométrico aunque sólo sea por pocos kilómetros, así que es importante especificar el lugar desde el que vamos a observar con suficiente precisión: una distancia de 6,9 km al centro del destello que podrá verse esta misma noche desde mi ubicación reduce su magnitud de -8 a -6 (seis veces menos luminosidad, aunque todavía superior al brillo de Venus). Sólo hace falta un cielo razonablemente despejado, un reloj en hora y saber dónde está el norte (no es necesario brújula, «a ojo» sirve) ¿Os animáis a mirar?
Comentarios
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Una respuesta a «Los «Iridium flares»»
Probablemente muchisimas personas lo hemos visto y habremos pensado que era un OVNI. Por cierto, ultimamente estoy viendo durante el dia considerablemente bastantes OVNIs, tengo que empezar a grabarlos, no estoy seguro que son, problamente sean algunas cataratas en mis ojos o no.
Lo de seguir «cosas» en el espacio mediante webs ultimamente parece estar muy de moda, y es algo que veo positivamente porque fomenta la curiosidad de los niños a explorar y porder seguir mediante herramientas a modo de paginas a ver datos y familiarizarse con el espacio. Buen articulo Iván.