Este artículo ha sido publicado originalmente en el blog de Empresarios contra los recortes.
Huelga: anticuada e inútil, dañina y política. Qué cosa más mala, la huelga; dicen los que plantean supuestas “soluciones” a su crisis desde el punto de vista moral de un moderno zombi calvinista. Que invocan recortes para crecer con la misma eficacia del borracho que pide “una copita más” para dejarlo. Que infligen daño a toda la sociedad y a cada uno de nosotros, arrebatándonos derechos, posibilidades y futuro. Que hacen lo posible y lo imposible por degradar el concepto de política entre nosotros, trocándolo en pelea de patio de colegio, en fuente inagotable de corruptelas, en la hez de la sociedad ―evadiendo a la vez mancharse mudando su terno de “políticos” por el supuestamente más prestigioso de “gestores”.
Huelga: actual y necesaria. Y ―sí , tienen razón― dañina y política. La agresión de los grandes poderes económicos exige una respuesta ahora. Una respuesta que tenemos derecho a plantear, colectiva e individualmente. Una respuesta que duela a los que se creen por encima de la democracia, de la ley y de la vida, disfrazándose de fuerza de la naturaleza. Una respuesta política, que deje claro ante los que quieren aplastarnos que tenemos derecho a buscar el bienestar, la felicidad y la dignidad. Que queremos instituciones que nos protejan del azar natural y de la incompetencia y la maldad humanas. Igual de las sequías que de las crisis de sus mercados. Que somos más y no podrán pagar suficientes esbirros para detenernos.
Huelga, sí. Porque la mayor estafa nos hace iguales a todos los estafados. Funcionarios, autónomos, jubilados, estudiantes, pequeños empresarios, parados, científicos, amos de casa, voluntarios. Defendernos no será gratis, pero nos costará una fracción ínfima del daño que ya nos han hecho. Nada, frente al daño que vendrá para nosotros y para nuestros descendientes. ¿Creéis que cuando la crisis termine nos devolverán lo que nos quitaron? ¿Creéis que la crisis terminará? Preguntaos qué es más rentable para la banca y tendréis la respuesta.
Huelga, porque ¿qué es perder un día de trabajo frente al riesgo de perder para siempre la posibilidad de trabajar? ¿Qué es un día sin sueldo frente a la ruina que tendremos que pagar con nuestra sangre? ¿Qué, retrasar un proyecto, no abrir un día las puertas, al lado del fin de la esperanza? Tenemos que dar un golpe definitivo a quienes nos atacan. Golpeemos por nuestra propia supervivencia. Y preparémonos para volver a golpear, una y otra vez. Hasta que caigan los parásitos.
A la huelga. Paradlo todo.
Comentarios
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9 respuestas a «A la huelga. Paradlo todo.»
“¿qué es perder un día de trabajo frente al riesgo de perder para siempre la posibilidad de trabajar?”
Nada, porque nada se va a conseguir con esta herramienta de protesta. Que si hay que hacer huelga, pues se hace, pero es tontería. A este Gobierno no le valen estas cositas. El propio Rajoy entró en el Gobierno diciendo que si no le montaban dos o tres huelgas generales es que no lo estaba haciendo bien. Y ahí estamos algunos (solo algunos, que si fuésemos todos…), entrando de lleno en la tontería.
Que sí, que a lo mejor para que cambie la pasividad de la gente hay que hacer esto y más, pero no seamos simplistas. “Golpear por nuestra propia superviviencia”, amos hombre. ¿Con una huelguilla previsible y esperada? Va a ser que no.
Te respondo lo mismo que le he puesto en el tuíter a un empresario con necesidad de justificar la decisión que ya había tomado, aunque con alguna letra de más: la reivindicación tiene un lenguaje comprendido y compartido por todos, incluso por los que no están de acuerdo con ella. La huelga es un elemento más del vocabulario. Uno tradicionalmente importante. Podemos discutir si tan importante o no como en el pasado; no me convencerás de su total irrelevancia, sin embargo. Prescindir de la huelga en el vocabulario de la protesta es como pretender hablar sin el fonema “a”. Se te entender, pero te ests complicndo l vid innecesrimente ‘ l hor de conseguir que l poblción en generl comprt tu punto de vist. Que es lo que buscas (si lo que buscas es otra cosa, esto puede no ser aplicable).
Vale, muy bien, “la huelga no va a servir para nada”, “a este Gobierno no le valen estas cositas”, etc…
Que alguien me diga entonces qué es lo que sí vale. Estoy dispuesta a pensárme la posibilidad de llevarlo a cabo.
Con esa actitud tan derrotista lo único que hacemos es darles la razón, todo nos da igual y por eso pueden hacer con nuestras vidas lo que les plazca.
¡Me cago en tó!
Lo que vale: insurrección (http://lacomunidad.elpais.com/vaya-tropa/2012/4/7/insurreccion), manifestaciones masivas, concentraciones en organismos públicos, huelga de brazos caídos (cobrar y no hacer nada) o huelga indefinida y sobre todo, y más que nada, exigir a los políticos de izquierda que formen un frente común contra esta estafa. Necesitamos tener a alguien a quien votar para echar a esta gente.
Pero para todo esto hace falta una mayoría de gente que opine así y que esté muy concienciada y movilizada. Eso no ocurre ahora mismo. Tenemos unas elecciones en Galicia y el PP gana con mayoría absoluta. La población en su mayoría sigue sin enterarse o adoptando cauces de protesta equivocados, como puede ser la abstención (y en mi opinión, esta huelga general). Es decir, si seguimos pataleando no hacemos nada. Hay que convencer a la población de que nos están desvalijando. Eso no se hace con una huelguilla planificada por nuestros queridos y establecidos sindicatos (ya sé que es un argumento manido el de los sindicatos, pero es que es verdad) ¿Qué sentido tiene una huelga con un 25% de paro, con un 52% de paro juvenil? Como los propios sindicatos dicen, las huelgas se hacen para conseguir algo, pero sabemos que con esta huelga no se va a conseguir nada. Por poner un ejemplo: la huelga de transportes en Madrid. ¿Han conseguido algo? No ¿Por qué? ¡Porque las autoridades quieren que ese servicio se devalúe y si pueden volver a la población en contra de esos trabajadores, mejor aun! ¡Estamos a otro nivel y seguimos pensando como hace 20 años!
En fin, que seguimos pensando en términos de, como dice Iván, “vocabulario”, pero del siglo XIX. Muy bien, empleemos la palabra “empero”, que es muy bonita, muy elegante y muy redicha, pero no pretendamos que sirva para algo o que alguien nos entienda, especialmente los jóvenes.
Hacer una lista (parcial o no) con el alfabeto de la reivindicación no basta para descalificar uno de sus elementos; tan solo lo sitúa en un contexto necesario. Es positivo para quien crea que la huelga es el fin y el total de la movilización. Si es que existe alguien que piense así.
Escudarte en la falta de movilización general de la gente no te exime de movilizarte tú, si estás convencido de ello. La gente no es un ente místico: tú y yo somos gente, y con un objetivo claro —que citas bien, “nos están desvalijando”— podemos influir en el estado de ánimo de los que están a nuestro alrededor.
Nuestros queridos y establecidos sindicatos no invalidan la idea de la huelga convocándola: eso es un argumento de autoridad al revés que no puedo aceptar. Aunque esté de acuerdo contigo en que la expresión “esclerosis sindical” es tautológica.
El paro es ortogonal a la huelga, y no hace desaparecer el derecho de los que sí trabajan al conflicto colectivo. El siguiente paso de ese argumento está muy trillado por la patronal: de la pregunta ¿inocente? a la afirmación amenazante. No hagas huelga, que con un 25% de paro…
La huelga de transportes de Madrid ha conseguido, al menos, que más gente sea consciente de que existen razones para movilizarse. Aunque no descarto que cualquier día una turba enfurecida con caretas de Esperanza Aguirre linche a un conductor de la línea 6. Hay grupos que, ideológicamente, funcionan mucho mejor que el nuestro.
¿Estamos a otro nivel? Siento no verlo tan claro. Yo cada vez veo más gente buscando en los contenedores del súper de al lado de casa. Vivo en un pueblo “rico” del extrarradio, por cierto. Hay gente a otro nivel, sí. Sabemos de ellos por las películas, las revistas del corazón y las fotos cursis del Instagram. Pero que yo trabaje en un despacho calentito con un ordenador no me hace sentirme en un paraíso sin preocupaciones materiales.
¿Seguimos pensando como hace 20 años? Y como hace 200. El progreso existe, pero te ruego que no confundas el avance tecnológico con el avance social. Estamos limitados por nuestro sustrato biológico y nuestra historia evolutiva; aunque la tecnología estire por el otro lado, las relaciones interpersonales no evolucionan tan rápido como quisiéramos. En general, todo argumento que comience por un “estamos en el siglo XXI, así que…” es sospechoso (también se usaba esa frase en el siglo pasado, y podemos buscar ejemplos del anterior en la literatura; los hay).
Afirmar que “los jóvenes” —¿quiénes?— no entienden la huelga es condescendiente. Ellos —otra vez, ¿quiénes?— no usan “empero” (ni yo, salvo que quiera efectos especiales en mi prosa). Yo no digo “mazo guapo” pero sé qué significa. ¿Por qué crees que “los jóvenes” no “lo pillan”? Parece otra línea del argumentario liberal: los jóvenes son buenos, todos debemos aspirar a parecer jóvenes, si los jóvenes no hacen algo es que es de carcas, lo que los jóvenes no hagan es malo. Contrástalo con el botellón, sin embargo. El libro de los argumentos liberales no es coherente, ¡aunque eso no lo descalifica! A nosotros sí nos suelen exigir coherencia, pero para mí eso vale tanto como una acusación de demagogia. Dos céntimos, a lo más.
“Escudarte en la falta de movilización general de la gente no te exime de movilizarte tú, si estás convencido de ello.”
Lo he hecho. Hago huelga y renuncio a mi salario de hoy. Aun no estando de acuerdo con la movilización. Aun trabajando en casa (poco, eso sí). Poca gente podrá decir eso.
“Nuestros queridos y establecidos sindicatos no invalidan la idea de la huelga convocándola”
No he dicho que la invaliden, he dicho que seguimos pensando en herramientas anquilosadas, cuando el “contrario” piensa y actúa de forma mucho más moderna y efectiva. No las vemos venir y no sabemos contestar.
“¿Estamos a otro nivel?”
A otro nivel en cuanto a qué significa la “clase obrera”, cómo unificarla, si es que existe y cómo convencer a la gente de que sus intereses son los de todos.
“Te ruego que no confundas el avance tecnológico con el avance social.”
Es curioso esto. Resulta que el neoliberalismo global, o como lo llamemos es totalmente nuevo, aunque es cierto que tiene un tufo a siglo XIX. Pero su forma de actuar es nueva, su forma de eliminar los “privilegios” de los pueblos de Europa es nuevo, su manera de extraer nuevas formar de hacer ricos a ciertos sectores a costa de otros sin necesidad de gobiernos despóticos (en la literalidad) a través de ese capitalismo despiadado que se pasa por encima cualquier forma de gobierno. El golpe de Estado disfrazado de primas de riesgo y stock options. Esos movimientos internos que parece que lo que están buscando es colocarse para tener acceso a nuevas materias primas (alimentos, aguas) con las que especular. Y todo esto a través de una red de intereses global y automática, sin que se pueda culpar a una sola persona de lo que ocurre. No me digas que no confunda, cuando el avance “tecnológico” o como lo quieras llamar es utilizado por algunos de forma tan eficiente, al menos para ellos. Mientras, los demás seguimos pensando en términos de hace dos siglos. Por suerte, tenemos Internet. No me digas que Internet no ha cambiado la sociedad. No sé si será un avance social, pero vaya, poco le falta.
“Afirmar que “los jóvenes” —¿quiénes?— no entienden la huelga es condescendiente.”
A ver, tienes una manía muy desagradable de juzgar lo que te dicen otros. No sé que necesidad tienes de hacer esto sin argumentar. O argumentando después, me da lo mismo, no necesitas descalificar de inicio. Esto en concreto no es “condescendencia” ya que no menosprecio a los jóvenes por no entender la huelga. Es más bien todo lo contrario, si acaso echo en cara a los mayores que no dejen a los jóvenes hacer las cosas a su modo o que les dejen introducir su forma de hacer las cosas. Una huelga sigue siendo una herramienta con la que los jóvenes, en su inmensa mayoría en paro o estudiando, no pueden identificarse.
Y para terminar, este texto viene a decir más o menos lo que opino sobre este tema:
http://blogs.publico.es/davidtorres/2012/11/13/follarse-al-gobierno/
“Nos encontramos al borde mismo de una involución del capitalismo que pretende reinstaurar los tiempos tenebrosos de Zola e incluso los de Dickens. Cuando nos amenazan con reinstaurar de nuevo el siglo XIX, la pobreza, la sumisión, la indecencia, no queda más remedio que echar mano de ese trabuco decimonónico, la huelga. Aparte de que tampoco hemos inventado otra cosa.”
Es obvio que nuestros puntos de vista no son el mismo, pero sospecho que alguien que nos mire desde una distancia moderada nos va a ver como una y la misma cosa, discutiendo consigo misma. Un modo de pensamiento que intento imponerme es el de evitar dicotomías y forzarme a ver las cosas como continuos. Por ejemplo: internet. ¿Es un cambio social? ¿Tecnológico? ¿Psicológico? Es cierto que opino que los cambios, en el ámbito de la tecnología, son mucho más rápidos que en la sociedad o en la psique humana (y en este orden). Pero no creo que nosotros seamos inmutables: solo que, conforme vamos acercándonos al sustrato biológico, tenemos más “pereza” para cambiar. Ejemplo: la sociedad romana del s.II sería, para nosotros, bastante alienígena —y viceversa. Sin embargo, estoy seguro de que ciertas costumbres, gestos, modos de actuar… Serían perfectamente reconocibles, aun cambiando gran parte del sustrato. Otro ejemplo, sacado de un tomo sobre filósofos de la Ilustración que estoy leyendo: la sociedad del s.XVIII es mucho más reconocible, y sin embargo hay costumbres normales entonces que hoy se considerarían perfectamente inaceptables (¡Rousseau abandonó a cinco hijos en un orfanato para trabajar más tranquilo?)
El cambio tecnológico se acelera y tira de nuestro tejido social y, finalmente, de nuestra propia forma de pensar. Sé que la huelga no es lo que era. La defiendo porque —quizá como tú— estoy confundido acerca de qué hacer y creo que —todavía— tiene valor en el lenguaje de la protesta. Pero necesitamos urgentemente repasar los manuales. Ahora llámame condescendiente a mí: creo que de las nuevas formas de protesta, las de los “jóvenes”, pocas tienen valor real más allá de un efímero impacto propagandístico que el sistema digiere sin mayores problemas. ¿Firmas en Internet? No cuesta nada, no supone compromiso alguno; solo añade cierta confirmación a algo que uno ya cree. ¿“Trending topics”? Visibilidad efímera, limitada al mundo digital. ¿Flashmobs? Mira, eso mola. Si son impredecibles y causan cierto impacto. ¿Biodanza? Paso palabra. ¿Acampadas? Según dónde y cómo. Conste, por otro lado, que he apoyado (o participado) en muchas de estas formas nuevas de protesta. A veces convencido muy a medias de su utilidad (no, biodanza no he hecho).
A lo que me niego categóricamente es a rendirme. Hay salida. Si finalmente resulta que no la había, al menos habré pasado todo el tiempo hasta la derrota final con la sensación de estar haciendo algo útil. Llámame voluntarista. Acuérdate de Pangloss y de toda su familia para echármelos en cara. Lo cierto es que ya probé la otra opción (asumir la derrota) y no me gustó nada en lo que me convertí. Así que ahora creo que las acciones que funcionarán usarán la fuerza del adversario para subvertir sus objetivos. Una de ellas: hacer uso de esa libertad de expresión de la que tanto se vanaglorian, llenándola de discursos alternativos. Mucha gente que no me conoce por esto de lo digital se sorprende de que tenga opiniones distintas a las del gobierno. “Pero tú —me dicen— ¿no eres autónomo?” Con seguridad no logro convencer a nadie de nada, pero la impresión de que se puede pensar de forma diferente sin ser a priori distinto suele permanecer. Es un primer paso. Otra de ellas es educar a los pequeños —aunque la pregunta de dónde está el límite entre mostrar opciones y adoctrinar me la planteo casi todos los días, créeme. Hay más posibilidades, pero todas son a largo plazo. Labor de zapa.
Yo percibo la huelga como parte del lenguaje que se habla en un diálogo social. Es cierto que tenemos poca cultura de ese lenguaje, que otros lo utilizan por nosotros, o que nuestro repertorio es bastante limitado.
Pero es necesaria una respuesta al monólogo de la clase gobernante. Porque de lo contrario estamos dando un silencio (el de todos los días, el cotidiano) por respuesta, y eso se puede interpretar como un otorgamiento a la empresa que están llevando a cabo.
Interesante debate…que no deja de ser un fiel de reflejo de la situación de la izquierda a nivel mundial. Mientras la derecha sigue con sus planes metódicos -incluido mentir, que les sale gratis- sin desviarse un ápice, la izquierda no se pone de acuerdo en nada, ni en los medios, ni en los objetivos. Y así nos va. Que la huelga general como instrumento de reivindicación obrera ya no es lo que era en el siglo XIX es evidente. Pero es uno de los pocos -por no decir el único- instrumento que todavía tenemos los trabajadores para protestar de forma organizada y coordinada, y, al menos por ahora, de forma legal (por eso le da tanto miedo a la derecha digan lo que digan). Pero, por supuesto, es necesario buscar iniciativas complementarias que vayan más allá.