Deseos inocentes

Si os he de ser sincero la tradición del Día de los Inocentes me parece algo francamente horrible. Celebrar con bromas la atroz leyenda —nunca ocurrió— de la matanza de centenares de niños es algo que solo puede colarse por el amplio tamiz de una mente para la que también es buena idea llevar al cuello una miniatura de la máquina de tortura y muerte conocida sucintamente como «cruz». Prefiero, con mucho, el primero de abril —el poisson d’avril francés, el April Fools’ anglosajón— costumbre sana que no necesita de exégesis.

Aprovecho, sin embargo, el matiz de inocencia del 28 de diciembre. Aquí tenéis los deseos de algunos inocentes: los compañeros del colegio de educación infantil y primaria al que acuden mis hijos, que empapelaron una pared de su gimnasio con tarjetas en las que expresaban sus anhelos personales para el año que viene. Disculpadles la gramática: todavía están en ello.

Convivencia y ayudar a los pobres.«Que todos vívamos CONVIVENCIA Y AYUDAR A LOS POBRES». Buen rollo, chaval: en cuanto pulas algunos detalles de expresión podrás llegar a ser abogado constitucionalista.

Todos aprobados, todo gratis«Me gustaria que todos los niños aprobaran las agsignaturas y que las cosas fueran gratis.» Sigue así y no leas nunca nada de Heinlein. Aunque ahora que lo pienso, los adultos llevamos grabado a fuego el TANSTAAFLThere ain’t no such thing as a free lunch, o «no hay nada gratis» en traducción libre, sin haber leído nunca The Moon Is A Harsh Mistress. Ni conocer al amigo Milton Friedman. Qué dura es la vida.

Que todos tengan trabajo y no haya guerras.«Que todas las personas tengan trabajo y no haya guerras. ¡Feliz 2013!» Algún día aprenderás que las guerras son una fuente perfectamente aceptable de puestos de trabajo —¡con contrato indefinido, incluso!— para los que mandan. Espero que la disonancia cognoscitiva te deje vivir tranquilo.

Que haya tablets en vez de libros.«Me gustaría que el año que viene que en el [nombre del colegio censurado] hubiera tablet en vez de libros.» ¡Materialista! ¡Egoísta! Esta temática se repetía, sospechosa, en varias tarjetas. Tabletas o libros, lo importante se queda un paso más allá: se trata de salir del corral de la editorial de referencia (no importa cual, son similares) para entrar en el de la manzana y ¿la misma editorial? El mensaje podría ser «tomad nuestro dinero mientras ignoramos activamente el material con el que se enseña a nuestros hijos». O así.

Material para el patio.«Me gustaría que el año que viene en todos los colegios tuvieran mucho material para el patio.» Al menos este no es egoísta, aunque el material de clase se la traiga —sanamente— al pairo.

Que se acabe la crisis.«Feliz Navidad y que se acabe la crisis.» Lamentablemente, mi querida niña, vives en un mundo en el que a los que tienen les interesa que los que no tienen estén (estemos) en crisis permanente. Pero feliz Navidad de todas formas.

Que a mis padres nunca los despidan del trabajo.«Me gustaria que a mi madre y a mi padre que nunca le despidieran del trabajo.» Esta es la juventud de la crisis.

¿Qué les estamos haciendo a nuestros hijos?


Comentarios

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Una respuesta a «Deseos inocentes»

  1. Sin palabras. Ya te lo dije en su momento…