No tengo mucho más que añadir: mi hipótesis de ayer, emitida previamente al volcado de los datos del registrador jurídico de la unidad 592 accidentada el pasado día 9 en O Porriño, ha resultado no ser correcta. Los datos registrados y puestos hoy a disposición judicial afirman que el maquinista reconoció la señal de avanzada correctamente, pero no hizo lo que debía hacer y mantuvo la velocidad máxima de la línea hasta el momento de su descarrilamiento.
El articulo enlazado aquí de La Voz de Galicia afirma algo curioso, sin embargo. Veamos qué podemos aprender:
En principio, los técnicos supervisaron también los cambios de agujas y no encontraron defectos. El tren Celta descarrila en el segundo desvío, unos 50 metros antes del puente.
Es de suponer que los técnicos inspeccionaron los desvíos y no encontraron defectos previos al descarrilamiento. En mi artículo de ayer mostré que la segunda aguja presenta signos claros de rotura (las deformaciones laterales debidas a que un bogie de un coche, con toda probabilidad el primero, toma el cambio por la vía desviada, y el otro por la vía directa). Que se afirme que el tren descarrila en el segundo desvío y no en el primero es compatible con la rápida puesta en servicio de la línea: el primer desvío soportó el paso del tren completo a su velocidad de vía directa. Por su parte, que el segundo desvío se rompiera no tiene por qué ser consecuencia de un mantenimiento defectuoso. Hay que recordar que la velocidad máxima de paso por vía desviada de estos desvíos (tipo A o B) es de 30 km/h. Una velocidad que la multiplica por cuatro está más allá de cualquier margen de seguridad de diseño y el descarrilamiento está garantizado por uno de estos tres mecanismos (los dos primeros están muy bien descritos en «Cómo descarrila un tren», en Haciéndome el Sueco, el blog de @carlcasan:
- Remonte de pestaña: el desvío no deja de ser una curva de un radio pequeño y sin peralte. La pestaña de la rueda pasa de ser paralela al raíl a enfrentarlo con un ángulo, como si intentara cortarlo. Si la velocidad es elevada, la relación de fuerzas puede favorecer que la pestaña «suba» por la cabeza del raíl, provocando el descarrilamiento.

- Descarga de rueda: este fenómeno, en un desvío a la derecha, tenderá a ocurrir en la rueda derecha. Como quiera que el centro de gravedad del coche está más alto que los ejes motrices, la fuerza normal de la que hablábamos antes genera un momento de giro longitudinal. El coche se levanta por el lado interior del desvío y sus ruedas dejan de soportar carga, con lo que se pierde el control del conjunto, que descarrila.
- Rotura de aguja: la aguja propiamente dicha es una pieza móvil con menos resistencia que el propio carril. Con el desvío enclavado hacia la vía desviada, las ruedas del lado izquierdo del coche que entra a velocidad excesiva están induciendo un esfuerzo anómalo en el sistema. A la velocidad de paso nominal multiplicada por cuatro, que la aguja se rompa provocando que los siguientes ejes no tomen el desvío correctamente y, por tanto, el descarrilamiento, es una respuesta esperable.

Ahora comienza, para las compañías implicadas y la CIAF el complicado proceso de rellenar todos los detalles de este lamentable asunto. El objetivo será siempre el mismo en la ingeniería de la seguridad: hacer este tipo de sucesos un poco más difíciles en el futuro.
Imagen de cabecera de Nelso Silva – CP 592.2, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=48076178.
Comentarios
Una respuesta a «118 kilómetros por hora»
[…] según las lecturas preliminares del registrador jurídico. Más información en el artículo «118 kilómetros por hora» de este […]