Vista de una estación de metro adaptada para funcionar con el sistema OPTIMOTUSS.

«OPTIMOTUSS: ¿el retorno del chismecarril» en Naukas

Entre los muchos triunfos de la tecnología del tren a lo largo de su historia, quizá el más extraño haya sido inspirar a inventores de todo pelaje para intentar superarlo. Con mayor o menor éxito, aunque normalmente menor, hemos visto derivados del ferrocarril apoyados en un solo raíl, impulsados por motores de aviación, levitando sobre electroimanes, propulsados por aire comprimido, turbinas de gas o incluso energía nuclear […]

«Chismecarril» es un neologismo que creó mi hijo Guillermo mientras discutíamos posibles traducciones para el término inglés gadgetbahn. El monorraíl del timador de Lyle Lanley en Los Simpson, el autobús espatarrao de China y las plataformas portacoches en túneles multinivel de Elon Musk son, todos, chismecarriles: parecen una buena idea, hasta que los miras fijamente más de tres segundos.

OPTIMOTUSS, el sistema de transporte urbano propuesto por un equipo de la Universidad de Alcalá, se ha hecho viral estas últimas semanas. Y, sí, con casi total seguridad es un chismecarril, y no veremos nunca líneas de metro adaptadas para funcionar de esta idiosincrática forma. No será porque no esté concebido para reutilizar, en lo posible, infraestructuras ya existentes, sino porque la bondad de un proyecto de transportes no depende solo de optimizar un parámetro —en este caso, la velocidad de los vehículos—, sino de un complicado juego de equilibrios en la intersección de lo tecnológico, lo económico y lo social.

Pero aquí no solo hay espacio para la crítica: OPTIMOTUSS tiene una gran virtud en el contexto de la educación universitaria. Leedlo en «OPTIMOTUSS: ¿el retorno del chismecarril?».