¿Decrecentista o colapsista?

A raíz de una conversación habida en el éter me he preguntado si Antonio Turiel es decrecentista o colapsista. Vengo con un sesgo previo: lo que he oído de él, y muchas veces por él, me ha sonado colapsista. Y tengo un problema con el colapsismo. Dos, de hecho. Pero, antes de nada, me gustaría definir los términos de los que hablo:

Entiendo por decrecentismo la creencia, mejor o peor fundamentada, en que es posible, mediante un proceso planificado, reducir el uso energético de nuestra civilización para evitar, así, encontrar los límites de su crecimiento en forma de crisis final. Una crisis final no conlleva, necesariamente, la extinción de la última especie viva del género Homo, pero sí el final de la construcción social que denominamos civilización. Una reversión a un estado salvaje, en el que se perdería la mayor parte de la tecnología y del tejido social y legal que hemos creado en los últimos cien siglos.

Entiendo por colapsismo la creencia, igual de mejor o peor fundamentada que en el caso anterior, en que esto último no es posible, y que la crisis final ha de llegar, sin remisión posible.

Establecidas las reglas del juego, ¿qué es Turiel, decrecentista o colapsista? Insisto en lo del principio: a mí me parece una cosa, pero quién sabe, podría ser la otra. Intentando salir de los límites de mi particular burbuja, decidí probar mi capacidad de convocatoria en mi relativamente nueva cuenta de Mastodón para pedir el comodín del público. Pregunté. Tres días de encuesta y cuarenta y nueve respuestas después…

Captura de pantalla de mensaje en Mastodón con una encuesta: Se me ha llamado la atención sobre el hecho de que estoy entendiendo mal el discurso de Antonio Turiel, y no sé si lo he leído mal durante todos estos años, así que lo voy a reevaluar. Por curiosidad, ¿cuál es vuestra impresión? RT, por favor; se aceptan comentarios constructivos. (Decrecentista significa «la caída de la civilización *es evitable* y podemos lograrlo reduciendo nuestro uso de energía, entre otras medidas; catastrofista significa «la caída de la civilización es inevitable»). 22 % Decrecentista 24 % Catastrofista 4 % No me decido 49 % No sé quién es Turiel 49 personas
Captura de pantalla de la encuesta en Mastodón.

… Sigo con la misma duda. En primer lugar, me sorprende levemente que Turiel sea tan poco conocido en mi entorno más o menos inmediato. Quién sabe lo que habría sucedido de haber hecho esta misma encuesta en Twitter. Abandoné la red social hace no mucho tiempo, por lo que habrá que dejar la respuesta a esa pregunta para el universo alternativo en el que sigo activo allí en pleno auge del malismo.

Dije «catastrofista» en vez de «colapsista», que habría sido un término más correcto, pero creo que el resultado es igualmente válido: depende. Me voy a ahorrar el chiste de gallegos, pero no la conclusión. Este resultado es quizá el menos satisfactorio de los posibles. Considero, naturalmente, que la diferencia del dos por ciento entre los dos extremos en litigio no es representativa en absoluto. Esta encuesta no ha aclarado absolutamente nada.

¿O sí? Si algo parece claro es que la adscripción de nuestro físico a una u otra corriente de pensamiento está, en la opinión colectiva, poco clara. Podría ser un indicio en el sentido de que mi prejuicio inicial no fuera atinado. Quizá sería interesante, en este punto, dar un paseo por una selección de titulares basada, aproximadamente, en su aparición en los resultados de búsqueda de la gran G:

Noticia de El Portal de la Economía Solidaria: "Entrevista a Antonio Turiel: 'El crack energético es inevitable si no se cambia el modelo económico. Y será, ya'"
Noticia de El Portal de la Economía Solidaria, 12/12/2016

La catástrofe es inevitable, pero con condiciones. Aunque no es que haya tiempo para cumplirlas.

Noticia del CSIC: "Antonio Turiel: 'La escasez de materiales es una estaca en el corazón de la transición energética'".
Noticia del CSIC, 29/11/2021

La llamada «transición energética» es una entelequia irrealizable porque no hay materias primas suficientes para implementarla. Metales críticos, fundamentalmente).

Noticia de El Español: "Antonio Turiel (CSIC): 'Se nos viene encima una escasez global de diésel en cuestión de semanas'"
Noticia de El Español, 29/03/2022

A finales de marzo del año pasado faltaban semanas para una escasez global de diésel.

Noticia de El Periódico de España: "Antonio Turiel, investigador del CSIC: 'Europa va hacia la irrelevancia: no tiene recursos y no se los van a vender'"
Noticia de El Periódico de España, 11/09/2022

Europa no tiene recursos y no los podrá comprar, porque se impondrá el proteccionismo en los mercados frente a la actual globalización. Corolario: la escalada actual en gastos militares no es contra Rusia, sino para librar guerras de invasión en países de África que sí tengan estos recursos.

Noticia de UOC News: "La única solución a la crisis energética pasa por el decrecimiento de nuestro consumo de energía".
Noticia de UOC News, 10/11/2022

Sí, es verdad. Esto es un elemento central del decrecentismo. Aunque hay que cuidar muy mucho quién disminuye y como si se pretende hacer con algo de justicia social.

Titular de ILEÓN: "Antonio Turiel: 'La escasez de energía y falta de materias primas nos aboca a una época como el fin del Imperio Romano'".
Noticia de ILEÓN, 5/01/2023

El fin del Imperio Romano, pero globalmente. Me pregunto si esto es un sinónimo del colapsismo.

Para equilibrar un tanto la balanza, puede ser también interesante dedicarle un tiempo a esta entrevista en profundidad:

Energía, recursos y decrecimiento, en Arpa Talks.

Veo esta entrevista y me encuentro asintiendo. Turiel demuestra, en mi opinión, un entendimiento preciso y al tiempo general de los diferentes aspectos de lo que hemos dado en llamar «transición energética». Afirma, en particular, que el paso al uso mayoritario de fuentes de energía renovables puede hacerse si reducimos aproximadamente a la mitad la demanda global de energía. Y esto es cierto.

Quizá nos separa una concepción diferente del poder de la tecnología para adaptarse a nuevos escenarios. Turiel, con razón, tacha a los tecnooptimistas de equivocados o guiados por intereses espurios. Sin embargo, él mismo cae en cierto «tecnopesimismo»: es verdad que la adopción de nuevas tecnologías siempre lleva más tiempo de lo que se afirma en las notas de prensa de las empresas, y que estas hacen lo que hacen para intentar influir sobre su propia financiación. Pero también es cierto que las revoluciones tecnológicas han ocurrido en el pasado, y podrían volver a suceder en el futuro dadas las condiciones apropiadas.

Notad el uso del condicional. Esto no está en absoluto garantizado. Asumo que es más sencillo no dar crédito a esta posibilidad cuando tu modelo del futuro se basa en preconizar la caída que si estás cavilando, antes que nada, en formas para reducir el riesgo del desastre.

¿Qué es Turiel, entonces? En el entorno adecuado, un científico cargado de razón. También, en sus intervenciones divulgativas, alguien que no huye de las simplificaciones extremas, incluso deformantes, para soportar conclusiones que cree ciertas. En los titulares de los medios, las más de las veces un heraldo de la catástrofe. Un Hari Seldon sin psicohistoria.

¿Qué no es? Un ingeniero. No digo esto porque yo sí lo sea, que también. Lo digo porque su visión de la tecnología y sus relaciones, consigo misma y con la sociedad, parece un tanto simplista. ¿Qué más no es? Un sociólogo, cosa que yo tampoco soy. La ciencia ha dado muchos autores que, encontrado un punto de despegue en la disciplina que les vio crecer, lo toman para dirigirse sin mirar atrás hacia la filosofía o hacia la sociología. A veces el resultado no es inofensivo.

Un error que cometemos frecuentemente físicos y también ingenieros es creer que nuestras disciplinas nos confieren el poder de ser escuchados en aquello a lo que nos apliquemos. Que si alguna de nuestras conclusiones o desarrollos tienen impacto filosófico, social o ético, estamos legitimados para seguir ese camino con la misma credibilidad que nos prestaba el conocimiento del lugar del que proveníamos. Con frecuencia la sociedad nos confiere ese privilegio que no nos hemos ganado.

¿Debemos callar, entonces? No, en absoluto. Pero tenemos la obligación deontológica de marcar en nuestro discurso qué es ciencia y qué es opinión. La única verdad al respecto del colapso de las sociedades es que no sabemos gran cosa. Turiel es experto en turbulencia, y entenderá esto: un sistema con esencialmente infinitos grados de libertad es escasamente predecible. Ocurre con la atmósfera terrestre y con la sociedad humana en todavía mayor grado. Podemos intuir que estamos aplicando tensión a la civilización. Podemos saber que todos los recursos son finitos y por tanto no pueden soportar un crecimiento sin fin. Estaremos de acuerdo en que una buena parte de los economistas debería dedicarse a leer los posos del té o a hacer horóscopos. Este es uno de los dos problemas que tengo con el colapsismo: no es ciencia.

Y mi otro problema es de orden cívico. No deberíamos, lo digo como ciudadano y no como ingeniero, poner tanto ahínco en desgranar la inevitabilidad del final. Por supuesto que es inevitable: nada es más seguro que la Termodinámica. Ya tenemos suficientes fantasías apocalípticas para alimentar nuestra necesidad de percibir estabilidad en el mundo. Tampoco me escondo. Yo mismo creo que lo tenemos mal. Muy mal. Pero no he tenido hijos para poder comprar más pastillas de cianuro. Tengo la férrea intención de no dejar que ese destino nos alcance. Voy a correr, metafóricamente, todo lo que no puedo correr en la realidad. Voy a hacer lo que sea necesario para reducir la posibilidad de que no haya un futuro.

Y voy a invitaros a que me acompañéis.

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