El robotaxi va a llegar. No se va a parecer a esto:

Aunque merecería la pena una reflexión sobre si Desafío Total tenía sus taxis autónomos mejor pensados que Waymo: ¿qué pasa si un pasajero que vuelve, pongamos, de una noche intensita de fiesta se dobla en su asiento retorciéndose de dolor y vomita? Es plausible que las cámaras internas del taxi, las que impedirán la privacidad de aquellos usuarios con derecho a ella pero que no puedan conducir su propio vehículo por cualquier motivo, no perciban el pastel. Desde luego, el olor les pasará por alto. El problema solo alcanzará su verdadera dimensión para el siguiente usuario del vehículo, que se encontrará con una experiencia, digamos, subóptima.
La arquitectura del JohnnyCab en el que sube Schwarzenegger evita ese simple problema. La zona del pasajero tiene una visibilidad mejor para posibles cámaras internas, y la cuestión de la supuesta privacidad no llega a plantearse siquiera gracias al simpático torso humaniforme. Obviamente no conduce el taxi, pero sí lo gestiona localmente. Algo que ni Waymo, ni Cruise, parecen haberse planteado, al menos de forma pública.
Esto será un problema menor si los robotaxis terminan imponiéndose y su eficiencia desata una ola de Jevons sobre nuestras ciudades. Mientras, las ubicaciones rurales seguirán sin ser negocio y seguirán desprovistas de soluciones de transporte razonables. A menos que las subvencionemos, naturalmente.
Leed sobre ello en mi último artículo en Naukas: «El robotaxi de Jevons».