Cuando el grifo del dinero público para los «estudios de viabilidad» del hyperloop se empezó a secar en los Estados Unidos antonomásticos, la llama del medio de transporte teórico por tubos al vacío se desplazó a otros lugares: Italia, Francia, Emiratos Árabes Unidos, China, y un poco en España. Pero un lugar donde prendió y sigue prendiendo, una y otra vez, es India. La última propuesta conecta el aeropuerto de Chennai con otro, un desarrollo aeroportuario de nueva planta en Parandur que lleva coleando, en proyecto, desde 1998.
Muy bien, veamos. Un hyperloop entre el aeropuerto de Chennai y otro previsto en Parandur. No tengo tan fresca mi geografía india —no digáis «hindú», por favor; no significa «de India», sino «hinduista, que practica el hinduismo»—, así que recurriré a un mapa:
45 kilómetros en línea recta, y tratándose de hyperloop, más vale que sea bastante recta. Si el tiempo previsto de viaje es de 15 minutos, la velocidad media viene a salir de unos 180 kilómetros por hora.
Es decir, ¿para qué necesitáis un hyperloop, almas de cántaro? Un tren de alta velocidad, y ni siquiera el más rápido de todos los disponibles, podría hacer lo mismo sin despeinarse. Solo que, en vez de llevar a 40 personas por vehículo, podría llevar a 400. U 800, con cualquier composición de doble cubierta. Bola extra: el anteproyecto se podría empezar a redactar mañana y los costes de construcción y explotación se conocerían de antemano, más menos las incertidumbres típicas de cualquier proyecto de verdad. Sería un ramal de «cercanías de alta velocidad», un concepto que en sí es novedoso, pero si la demanda de movilidad lo justificara, ¿por qué no?
Si los estudios de viabilidad siempre arrojan un resultado positivo para una tecnología que nadie ha visto en un despliegue comercial, entonces las startups hyperlooperas no pueden ser muy distintas de un viejo amigo de esta casa, Giorgio Tsoukalos. Si, en su programa del Canal Historia, se abre cualquier cuestión acerca de la participación de presuntos alienígenas en eventos históricos, siempre nos regala su frase favorita: «los teóricos de los antiguos astronautas dicen… que sí».
Dejo como ejercicio para el lector evaluar la credibilidad de los supuestos alienígenas y los presuntos medios de transporte.
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