No hace ni cincuenta años que los humanos disponemos de una imagen fidedigna, una fotografía, de nuestra casa común, Tierra. Sin embargo, ese detalle no fue un impedimento para las grandes mentes científicas del siglo XIX. La astronomía y la geodesia habían avanzado lo suficiente para poder preparar lo que hoy conocemos como reconstrucciones artísticas. Hoy se ocupan de mostrarnos lejanos paisajes aún vistos por ojos humanos o robóticos —los anillos de Saturno desde el pie de un géiser de Encélado, los planetas del sistema solar de Gliese 581… Entonces su objetivo era mostrar el globo terrestre.

Camille Flammarion (1842-1925) fue uno de los precursores de la tradición de divulgación astronómica que enmarca a nombres tan conocidos como Carl Sagan y continúa hoy con Neil deGrasse Tyson. Esta es su Tierra imaginada, extraída de su obra L’Atmosphère (1871):

La edición española de 1903 de L’Atmosphère que tengo en mis manos guarda muchas más joyas de la divulgación científica. Aquí tenéis una más: un paisaje lunar decimonónico, reconstruido de acuerdo con la ciencia astronómica de la década de los 70 del siglo XIX:

Hubo que esperar 95 años hasta recibir la primera fotografía del globo completo de un prototipo de satélite meteorológico soviético (probablemente Cosmos 122):

Prácticamente al mismo tiempo que Cosmos 122, en agosto de 1966, el Lunar Orbiter 1 tomó una imagen increíble que une las dos visiones de Flammarion de 1871.

La fantasía científica nos ha permitido adelantarnos a nuestro tiempo para “ver” aquello que nos está vedado. ¿Veremos alguna vez los géiseres de Encélado desde abajo? ¿Enviaremos sondas a Gliese 581?