Dos discos duros destruidos mediante cortes. Sus trozos aparecen juntos, pero el corte los separa alrededor de un centímetro. El de la izquierda ha sido cortado dos veces en forma de cruz. El de la derecha tiene un solo corte diagonal.

Cambio de formato

Estoy dándole vueltas a cambiar el formato de las páginas de artículos de esta casa. La motivación es que leí hace un tiempo que hay que enlazar más los blogs para realizar el ideal de «la red para sus usuarios», aunque en la práctica lo que implique sea la vuelta del patrón de diseño blogroll, una lista de enlaces y, a veces, últimos artículos de sitios «amigos».

Cuando empecé en el mundo de los blogs, en 2007, todas estas cosas estaban más que inventadas. Como llegué tarde, nunca experimenté esas audiencias brutales que llegaron a tener los blogueros primigenios, los de la generación de cinco años atrás. Salvo por algún «efecto Menéame», la versión hispanocutre del «efecto Slashdot». Alguien, no sabías si amigo o enemigo, subía tu último post a Menéame y, por alguna rara casualidad, acababa en portada. Acto seguido, unos cuantos miles de visitas simultáneas acababan con tu hosting llorando de impotencia en el suelo, hecho un ovillo.

Mi blogroll, como todos, era una manera no demasiado implícita de buscar audiencia. Uno ponía sus enlaces con la esperanza difícilmente confesable de que se los devolvieran del otro lado. Cosa que, en mi caso, normalmente no ocurría: mi blog nunca concentró grandes audiencias, y por tanto no podía dar visitas. Para muchos blogueros, esas visitas eran importantes porque en sus sitios había publicidad y, por aquel entonces, se podían sacar sus buenos dineros con ella. Yo nunca tuve publicidad por una cuestión puramente ideológica. Para mí las visitas no eran más que alimento para mi ego y una forma de soft power con la que, algún día, conquistar algún espacio de influencia que también diera dinero.

A todo esto, quizá debiera decir que encontré mi actual trabajo gracias a Twitter, no al blog.

Pero como ya por entonces sabía esas cosas, tener un blogroll me daba vergüenza. Con los años acabé por eliminarlo, igual que eliminé los comentarios y prácticamente cualquier otra cosa que hiciera que mi blog pareciera «un blog». También configuré mi sitio para rechazar visitas provenientes de Menéame. Nunca fui un bloguero popular, pero tenía mi pequeña clac de haters que se encargaban de sacarme de la portada de aquel agujero con votos negativos de lo más variopinto.

Pero nada de eso tenía importancia. Con el tiempo, mi blog quedó, como tantos, en un estado quiescente. Nunca lo cerré porque tengo algunos artículos por aquí dentro de los que estoy orgulloso, y estaba (como estoy, de hecho) dispuesto a pagar dinero de verdad para que siguieran vivos y publicados ahí fuera, en el ancho internet.

Y ahora el blog está de vuelta. No sé por cuánto tiempo.

La pregunta: ¿tiene sentido hoy un blogroll? Estoy probándolo en este artículo. Si mantenéis algún proyecto medianamente vivo y os hace ilusión estar aquí, decídmelo. No sé quién aparecerá en la lista definitiva, ni si existirá tal cosa. Pero tened en cuenta lo siguiente…

  • No va a ser infinitamente larga. Quizá cinco.
  • Es posible que tenga una lista de enlaces sin último artículo también, pero no lo he decidido aún.
  • No pido que haya enlace de vuelta. En serio.
  • No doy garantías de incluiros, o de manteneros ahí. Espero que si alguien decide jugar a esto, no se lo tome como algo personal.
  • Sigo sin ser una fuente de visitas riquísima. Mi media de visitas diaria anda por las 30, así a ojo.

Ya me contaréis. O no.