Hipertrofias del Javascript

Una consecuencia interesante de lo que se está dando en llamar Web 2.0 es que la interactividad que se espera de las páginas en la red comporta un engrosamiento de los componentes de apoyo. Es cierto que conforme los navegadores cumplen más y más con los estándares del W3C (pero podéis probar el test ACID2 para ver lo lejos que estáis) las páginas se transforman en aplicaciones.

El sueño del cliente ligero, que sólo requiere de un navegador para realizar cualquier tarea, está a punto de hacerse realidad. No sólo por los esfuerzos de Google por crear un nuevo monopolio (¿a que tiene gracia? Microsoft acusando a Google de monopolista…) Existen muchos jugadores que persiguen lo que unos anglófonos, en la más acendrada tradición de los padres del Mitsubishi Pajero y el Nissan Moco, han llamado WebOS (Web Operating System, claro). Sólo un par de ejemplos de entre lo más destacado: YouOS y eyeOS.

Sinceramente, me dan sudores fríos sólo con pensar en el código Javascript que hay detrás de esos ímprobos esfuerzos. Al navegador también, viendo los tiempos de respuesta de las “aplicaciones”. Me río de los applets. Pero lo que más me llama la atención es la autorreferencia implícita en todo sistema operativo web: naturalmente, todos tienen un navegador. No importa que (obviamente) ya tengas uno. No me resisto a la tentación de abrir el navegador, visitar desde él la página del “sistema operativo”, abrir el navegador… It’s turtles all the way down.

Evidentemente, la utilidad principal de estos WebOS es la de servir como plataformas para quioscos en sitios públicos. La duda que me queda es si merecen la pena, existiendo distribuciones de Linux con gestores de ventanas perfectamente aptos para la tarea. En cualquier caso, parece una tendencia natural del Homo sapiens informaticus ampliar cualquier programa hasta que se transforma no ya en un cliente de correo electrónico, como afirma la tradición, sino en todo un sistema operativo.