Hace unos meses que acumulaba en una habitación de mi casa un par de ordenadores ligeramente obsoletos, de esos que son más que suficientes para cualquier aplicación doméstica razonable pero tienen la desventaja de haber perdido su lustre, aparte de hacer un ruido infernal. Un Athlon K7 y un Pentium 4 de los primeros, los dos alrededor del gigahercio de reloj, con la memoria algo justa pero suficiente.
Me he vuelto un usuario convencido de ordenador portátil: no ocupa espacio, no hace ruido y no es mío: todo ventajas. Sólo le faltaría llevar Linux, pero es un tablet. Cuando el tiempo personal escasea, lo último en que piensas es dedicar una semana a intentar adaptar la última versión de Ubuntu con paquetes no oficiales, parches, controladores y código “hazlo-tú-mismo” para obtener algo que funciona (pero ninguna de las teclas especiales funciona, el segundo puerto USB no reconoce a la lámpara de lava cuando hay luna llena, y el boli del tablet sólo pinta seises en grupos de tres).
Decidí donar mis ordenadores en desuso al colegio de mi niño. Un colegio público siempre agradece estas cosas. Como la configuración no era uniforme, y había algunos problemillas de hardware, procedí a revisarlos, quitando componentes de aquí y montándolos allá. Al final, quedaron unos ordenadores muy presentables, con dos discos duros cada uno y dos unidades de DVD-ROM y CD-RW, respectivamente. Para limpiar los discos duros (tenían un batiburrillo de particiones) instalé en ambos Ubuntu 6.10 (Edgy Eft, más o menos tritón irritable), en una configuración por defecto.
Muchas semanas después de haber empezado la tarea (sólo le dedicaba unos minutos cada fin de semana), llegó el momento de la entrega. Transportar las máquinas fue un dolor, pero la alegría de la buena acción que realizaba pudo con todos los sudores. ¡Pero! Nadie en el colegio sabe nada de Linux. Cuando le conté al director que no tenía otra cosa para instalar, comprendí por su expresión que lo que había hecho era darle mucho trabajo, y de una clase que no estaba preparado para realizar.
Moraleja: educar a los hijos en el camino recto del software libre también es cosa de los padres.
Comentarios
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2 respuestas a «Cómo regalar un ordenador (o dos)»
hola,yo estoy buscando desesperadamente un ordenador portatil. He visto vuestro enlace en google y os e escrito. Os cuento, el ordenador es para una a miga que se va a Austria el año que viene de beca erasmus, y le hace falta un ordenador, estamos sin un pavo y entre todos le estamos buscando uno, pero no hay presupuesto. da igual el estado, yo soy bastante manitas y quizas pueda a rreglarlo. lo agradeceria muchisimo, nosotros pagariamos los gastos de envio y todo eso.
Espero tener suerte, si no, a ver si me podeis indicar por donde puedo buscar.
Muchas muchas gracias.
un saludo.
os dejo mi mail para contacto
arillo29_@hotmail.com
Muchas gracias por pasarte por aquí. Lamentablemente, no puedo ayudarte. Soy un particular, y los ordenadores a los que me refiero en este post eran míos.
Te recomiendo que te dirijas a una tienda de segunda mano, tipo Cash Converters o Second Hand Market (no tengo acciones de ninguna de las dos). A primera hora de la mañana pueden tener cosas interesantes. No por cero euros, pero tal vez sí por cien o doscientos.
Que tengas suerte, y un saludo.