No me resisto a la tentación, y confieso que he pecado. He visto este último debate, igual que vi el anterior. En el colmo de la vesania, tengo una opinión propia. Esto, en sí mismo, no constituye noticia: también tengo culo, igual que todo el mundo. Ahora bien, contemplando a retazos los diferentes debates del debate, constato el interesante hecho —que habrá que comunicar a los doctores en Física— de que la hipótesis del multiverso es literalmente cierta. Alrededor de la mitad de los habitantes de este rincón suroccidental de Eurasia viven, literalmente, en una realidad alternativa. Una especie de universo paralelo en el que todo hecho puede tener una interpretación y su opuesta. Como en La Paracaja de Farnsworth… ¿quién está en el Universo A y quién en el Universo B?
La respuesta a esta cuestión es totalmente irrelevante, igual que a tantas preguntas que se plantean en este momento en televisión. Señora Esperanza, ¿quién cree que ha ganado el debate? Señor Ratzinger, ¿está Lenin en el Infierno? Pero, entre preguntas inútiles y respuestas obvias, me quedo con una serie de puntos que quiero plantear como un sistema de ecuaciones:
- Hay un candidato faltón x y uno no faltón y.
- Hay un candidato, y que ha hecho más propuestas que otro, x.
Hale, a despejar, si es que la ley educativa que os haya tocado en suerte os lo permita. Ahora bien, hay, según lo veo yo desde mi universo, un par de puntos de referencia absolutos (o casi):
- Una propuesta específica de uno de los candidatos, la exención del pago de IRPF a los perceptores de salarios inferiores a 16000 €, es una trampa. Háganse las cuentas.
- Gracias al aporte de los inmigrantes podría llegar a cobrar una pensión cuando sea mayor. Cuidadito con lo de comer.
Nadie es perfecto. Pero votad, votad, que lo bueno viene después.
Comentarios
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2 respuestas a «Peccavi»
Revisa la ecuación, que a mí me faltan datos…
En efecto, había un error trivial que ya he corregido. Pero, aún así, el “sistema” está subespecificado: es a propósito, y no había más que ver los periódicos del día siguiente para ver cómo los “valores” de x e y estaban intercambiados, literalmente. Como si los periódicos fueran de universos paralelos en los que si tiras una moneda al aire, en uno sale cara y en el otro cruz.