Para los tiempos que corren, el reportaje de El País “El hidrógeno también pincha” podría considerarse bueno. Es exhaustivo, detallado y está escrito con agilidad e ironía. Sin embargo, tiene unos fallos que merece la pena sacar a relucir, para evitar los malos entendidos. ¡El ingeniero vengador al ataque!
Jeremy Rifkin se ha equivocado muchas veces, e incluso alguna vez ha sido protagonista de este blog. Haber afirmado que el hidrógeno sería una fuente de energía inagotable es un error de los que hacen época: es obvio para cualquiera que no se puede afirmar de algo que es una fuente de energía si no se puede recoger en la naturaleza de un modo que requiera menos energía de la que su uso generará. No hay hidrógeno libre, y la termodinámica más elemental prohibe que la combustión de H2 pueda devolver más energía que la empleada en fabricarlo a partir del agua (por electrolisis). Pero el artículo afirma, nada menos que en un ladillo, que
Rifkin erraba: será inagotable, pero este gas no es un combustible
Las víctimas del Hindenburg tenían otra visión de este asunto, seguramente. Si uno lee el texto puede comprobarse que se trata de un simple error de corta y pega. Las palabras de José María López, subdirector del INSIA, son “el hidrógeno no es un combustible natural”. A menos que Rifkin estuviera pensando en acercarse a Júpiter para recogerlo. Todo sigue según un guión interesante y preciso, hasta que López afirma:
“Los coches puramente eléctricos también tienen de momento el problema del tamaño de la batería […] Se necesitaría un remolque,y no sería práctico.”
El Tesla Roadster puede recorrer casi 400 km entre cargas y acelera de 0 a 100 en 3,9 s. Por lo que parece no lleva un remolque. Pero la cosa va cuesta abajo a partir de aquí:
Además, las baterías de litio tienen un problema poco conocido. “El litio es explosivo”, puntualiza el ingeniero del INSIA. “De hecho, casi todo el mundo ignora que no es conveniente hablar por el móvil mientras se está cargando. La temperatura sube al cargar la batería, y eso aumenta algo el riesgo de explosión, sin ser alarmistas”.
Sin ser alarmistas, alguien quiere ser más popular. Efectivamente, el litio (número ONU 1415) es potencialmente inflamable y explosivo, sobre todo si se humedece. Los teléfonos móviles no llevan litio, sino baterías de litio-ion, que es algo ligeramente diferente y menos peligroso: el ánodo de la batería está hecho de LiCoO2 y el electrolito suele ser LiPF6. Las baterías de litio “a granel” están clasificadas como mercancía peligrosa con número ONU 3090 ó 3091, dependiendo de si van solas o contenidas en otros equipos. Una batería de litio comercial debe incorporar cuatro dispositivos de seguridad:
- Separador de desactivación: si la batería supera los 130 °C, se funde y cierra los poros de la membrana que hay entre ánodo y cátodo, deteniendo —para siempre— la operación de la pila.
- Pestaña de bloqueo: responde a un aumento interno de presión desconectando físicamente los terminales de la batería de su interior.
- Orificio de seguridad: permite evacuar cualquier exceso de presión que se haya podido formar (por aplastamiento de la batería, por ejemplo).
- Interruptor térmico: inhabilita la batería permanentemente en caso de que detecte un cortocircuito o una sobrecarga.
Las baterías de litio-ion se someten a una serie de pruebas exhaustivas (pueden verse, con otros muchos detalles, en este manual), lo que no elimina por completo los riesgos. Nada puede eliminar todos los riesgos. Cierto, tu teléfono puede explotar, y es más probable cuanto más caliente esté (no sólo por el proceso de carga, puede ocurrir también si se deja expuesto al sol). Es más probable que mueras o resultes herido en un accidente de coche, y no por eso vas a dejar de conducir.
Para terminar, os recomiendo este artículo del inefable (y ficticio) Robert X. Cringely en el New York Times: “Safety Last”. Si tu objetivo es crear alarma social, por lo menos hazlo con gracia. Algo me dice, sin embargo, que aunque el riesgo de muerte por explosión de batería de litio-ion y el de muerte por fallo catastrófico de un reactor nuclear sean similares, seguiremos llevando dos móviles encima y aborreciendo la energía atómica.