No tengo ni idea, ni la más repajolera idea (repito) de cómo funciona el negocio de las búsquedas de empleo en la red. Por eso, sitios como IT Jobs Watch, que permiten comprobar de un vistazo el grado de demanda por palabras clave de lo que se ofrece en línea, segmentándolos por regiones y por salario, proporcionan lo que parece ser una potente herramienta para la orientación laboral. Para la de John Smith, ya que los datos se refieren al Reino Unido. ¿Y para Pepe Pérez? Quizá no tenga el grado de monez que el detallín de los iconos meteorológicos le da a IT Jobs Watch, pero InfoJobs Trends Salarios podría acercarse en utilidad. Gráficos, segmentaciones por palabra clave y región… Sólo para InfoJobs.net, claro, pero a fin de cuentas es la empresa con más volumen en el sector del empleo en la red. Aún así, muy interesante. Si tuviera algo que ver con la realidad.
Para empezar, un porcentaje descorazonador de las ofertas de empleo no ofrece información salarial que llevarse a la boca. Buena forma de negociar: el que primero hable de pasta, pierde. En el momento de la solicitud es demasiado fácil filtrar y priorizar; durante la entrevista “no conviene”, es mejor dar la imagen de que se trabaja por amor al sufrimiento y al dolor, y hay libros enteros dedicados a dar una respuesta a la pregunta con trampa por antonomasia (“¿Cuánto querrías ganar?” o peor aún, “¿Cuánto ganas?”); durante la negociación… ¿Existe esta fase, más allá del “esto hay, lo tomas o lo dejas”?
Plantada la duda razonable sobre la representatividad estadística de la información salarial, me cabe otra todavía más gruesa (sin miradas sucias, por favor): ¿son reales los puestos en oferta? Porque los amigos de Recursos Humanos son tan perezosos como cualquiera —sin ánimo de ofender—, y si contrataron el anuncio por un mes pero el puesto se cubre en la primera semana gracias a un contacto (nombre educado para los enchufes de toda la vida), nadie en su sano juicio supondría que va a ser dado de baja. O, abundando en la fantasía, que algún alma caritativa vaya a mandar un mensajito tipo “sigue buscando, hay premios en miles de tapas” a los esperanzados 243 solicitantes.
Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Dejando de lado el uso publicitario de las ofertas de empleo (falsas) que ninguna empresa usa para mejorar su imagen ante posibles clientes que pretenden, ilusos, usar todos los medios a su alcance para estimar la solvencia que ese comercial sitúa muy por encima de la ionosfera, también existe otra práctica grisácea. RR.HH. tiene la desgracia (compartida con los amigos informáticos, que saben mogollón) de no ser un departamento productivo para empresas que no se dedican sólo a eso, que son mayoría. Por mucho poder que tengan o aparenten en una organización, la alta dirección los ve como lo que son: una fuente de costes netos. Para protegerse de los malos pensamientos, hacen lo que cualquiera en su lugar haría —inventarse una cuenta de resultados, unas cifras de productividad, y por tanto una métrica. “Procesos de contratación iniciados”, por ejemplo. Si la actividad de la empresa no da para llevarse un currusco de pan duro a la boca, RR.HH. se protegerá iniciando unos cuantos procesos por su cuenta. No muchos, para que no se note la bola, pero sí los suficientes para que cuando lleguen los recortes tengan unos resultados que mostrar. Y mientras, InfoJobs va camino de publicar un millón de empleos en plena crisis.