He sufrido una pequeña pausa involuntaria en mis actividades debido a una irrupción inesperada de la vida real en forma de neumonía. Algo que antes llamaban “pulmonía” y de lo que la gente se moría más frecuentemente que no. Yo tengo suerte de vivir en un país donde todavía tengo derecho a una atención sanitaria decente, donde un médico de urgencias pudo indagar en mi aparente ausencia de síntomas (ni siquiera una tos, sólo fiebre como para hacer overflow en el micro del termómetro digital), hacerme unas radiografías y dejar la cosa en una noche en blanco con paracetamol, nolotil y levofloxacino en vena. Ahora me empastillo a las horas convenidas, bebo agua en cantidad y descubro la existencia real de la flema inglesa. Es decir, ya estoy mejor.
En una situación así hay tiempo para plantearse asuntos sin resolver. Uno de ellos, la existencia y continuidad de este blog. ¿Por qué no? Después de todo, tenía pesadillas increíbles cada vez que cerraba los ojos. ¿Por qué abrí este blog, por qué sigo escribiendo? Con las nieblas de la fiebre todo estaba curiosamente más claro que ahora. Brucknerite existe por dos motivos: autodocumentación y vanidad. Documentar mis pensamientos, ocurrencias y proyectos me sigue pareciendo ahora tan interesante como antes; en todo el tiempo que llevo haciéndolo ya he tenido ocasión de volver sobre mis pasos para consultar mi propio blog en varias ocasiones valiosas. Desafortunadamente, no resulta tan útil como había esperado en un principio: escribir sobre temas que me inquietan hace mucho por fijar las cuestiones relevantes en mi mente, y muchas veces recuerdo el dato crucial o el argumento epatante al mismo tiempo que el hecho de haberlo hecho constar aquí.
Así, apuntemos un fracaso parcial en ese campo. ¿Y en el otro? La vanidad, claro. Porque una cosa es escribir, y otra es publicar. Es obvio que no publico para autodocumentarme, sino para que otros (¿tú?) leáis y penséis: “vaya, alguien con algo que decir”. ¿He conseguido algo en este aspecto?
Poca cosa. Es cierto que no publico estadísticas, ni siquiera un triste contador, porque tengo cierto pudor y un curioso sentido de la elegancia. Revelaré, eso sí, que esta bitácora recibe las apreciadas visitas de un círculo muy reducido de lectores. Si decidiera implantar una campaña de AdWords aquí, probablemente conseguiría mis primeros cien euros para mayo de 2060; voluntariamente, no me visita ni mi mujer (y doy fe de que nuestra relación pasa por un momento extraordinario que dura ya ¿tanto? Vaya.) Ni siquiera tengo un troll residente, a pesar de un ateísmo recalcitrante que —eso sí— me ha ganado algunos comentarios divertidos. Después de todo, no hablar (casi nunca) de actualidad, (nunca) de fútbol o (jamás de los jamases) de Fórmula 1 puede tener su precio. Para remachar el clavo, no soy capaz de describir competentemente la temática de este sitio. ¿De qué hablo? Más vale dejarlo estar, y apuntar un fracaso completo en la casilla de “convertirse en líder de opinión”.
Fracaso y medio, y el veredicto es unánime. Brucknerite seguirá tanto tiempo como me divierta. ¿No llego a portada de Menéame? Pues vale. ¿Me visitan menos de veinte personas al día? Pues bueno. ¿De esos, se quedan y leen algo un 40%? ¡Eso es mucho! Suficiente para mí. Os dejo con un resumen de los momentos más (patéticamente) destacados de Brucknerite (capítulo recopilatorio, como los de las huelgas de guionistas).
- Muy al principio y por accidente, mi pequeño blog me permitió descubrir en carnes propias el concepto de zeitgeist a cuenta de uno de los primeros artículos publicados, Las mejores torrijas del mundo (abril de 2007). Desde entonces hay una punta de visitas cada Semana Santa, sin fallar un año. Sin embargo, no hay acción tan inocente que no tenga su castigo, en este caso en forma de queja materna. Y es que las mejores torrijas del mundo son… las de mi suegra.
- Los artículos sobre coches, aunque el tema me deja bastante frío, han sido bastante exitosos por aquí. La serie de Todos ecológicos (2, 3, 4 y 5) de octubre a noviembre de 2007, fue más comentada que de costumbre, aunque los artículos sobre el Toyota Prius (aquí el último) siguen estando en la lista de los más visitados.
- En el hit-parade de Brucknerite no puede faltar este gris artículo: Netbeans 6 en español. ¿Por qué? Salvo meneos, suele ser el artículo más visitado desde Google, donde sale cuarto en la query
netbeans 6 español
. Lo triste de la cuestión es que el artículo explica que Netbeans no tenía traducción al castellano en aquel momento de 2008 (enero), así que no aclara nada a los visitantes, que rebotan como vacas locas buscando pastos más verdes. - La serie de artículos (1, 2, 3 y 4) en la que me dediqué a martillear con la almohada de plumas de mi ironía el concepto de “educación bilingüe” de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid ha tenido bastante éxito, medible por el grado de animadversión personal que la dirección del colegio de mi hijo (y pronto de mi hija) creen que tengo con ellos. Nada más lejos de la realidad; aunque ¿quién soy yo para hacerme responsable de que otras personas se culpabilicen por una situación de la que son víctimas, no causantes? Nadie, nadie.
- En un momento indeterminado de 2009, Daniel Marín, de Eureka, decidió que era buena idea enlazarme desde su blog, mi referencia principal de noticias y documentación en profundidad sobre cualquier cosa que vuele por encima de los 100 kilómetros de altura. Un gesto que me hace feliz y no deja, a la vez, de sorprenderme. (Nota: aprecio todos los enlaces, pero éste es el primero que recibí de un alpha-blogger que, además, se merece el calificativo.)
- En julio de 2009 refuté, usando fuentes autorizadas y dando aviso previo, un artículo de la famosa bitácora La Aldea Irreductible en el que se hacían una serie de afirmaciones cuando menos peregrinas —hay quien diría magufas— acerca de la misión de la sonda soviética Luna 15 y su supuesta interferencia con el Apolo 11. El artículo de La Aldea… llegó a portada de Menéame con parabienes; el mío, pese a representar con exactitud los hechos tal y como ocurrieron, no tuvo trascendencia alguna y no mereció rectificación, refutación, simple debate o siquiera un acuse de recibo. De este lance aprendí que no es importante lo que escribas, sino quién seas, para que otros te escuchen.
- En noviembre de 2009 mi amigo @jlbriones y yo rompimos el sistema de comentarios Disqus de este blog mediante un intercambio inacabable de respuestas y contra-respuestas a cuenta de un artículo sobre el agua en la Luna. Él defendía la teoría conspiranoica lunar, aunque sospecho que sólo para fastidiarme. Ojalá y los comentarios de por aquí siempre fueran tan divertidos.
Una enseñanza final:
Si lo construyes, puede que no vengan. Más vale que te diviertas mientras tanto.
Mis disculpas para Campo de sueños (de todas formas tampoco soporto la peli).