Para el que no lo sepa, el tema de las marcas es un asunto muy serio. Empresas de todo el mundo gastan millones de euros en dotarse de una apariencia gráfica coherente, y disponer de una buena guía de estilo es el principio de toda estrategia de comunicación. Pionero en este campo fue Paul Rand, responsable de la imagen de marca de IBM desde la segunda mitad de los años 50 y padre del concepto moderno del “diseño de la comunicación”; al menos, según la historia que queremos recordar.
La historia de la que preferiríamos no acordarnos revela que algo tan aséptico como el diseño de la comunicación tiene unas raíces sorprendentemente oscuras en los mejores días (por decirlo de alguna forma) del totalitarismo por antonomasia. Alemania, 1936. El gran Reich de los Mil Años se prepara, de forma cada vez más evidente, para descargar sobre todo el mundo lo que hasta entonces había sido una atrocidad local. Hitler es su mesías, tanto figurativa como literalmente, pero son otros los que están creando las bases de tantos conceptos que hoy damos por descontados en nuestro actual mundo mágico de países felices, casas de gominola y calles de piruletas. En un contexto publicitario el más conocido —y reconocido— es Joseph Goebbels. Sin embargo, el responsable nominal del Organisationsbuch der NSDAP, la guía de estilo nazi y la primera de la que tengo noticia, es el algo más olvidado Robert Ley.
Decía “responsable nominal” porque es del todo imposible que Ley, sin conocimientos especiales de ninguna clase, preparara semejante opus magnum. Ley fue el más corrupto, borracho e incompetente de los jerarcas nazis. Tan solo su inquebrantable lealtad por el líder le mantuvo en la primera fila hasta el último instante del régimen, pese a la gran cantidad de enemigos que se granjeó durante su mandato al frente del Deutsche Arbeitsfront (Frente Alemán del Trabajo, el equivalente germano de nuestro Sindicato Vertical).
El Organisationsbuch der NSDAP es un tomo de más de 600 páginas encuadernado en tela con 70 láminas a todo color que describe los símbolos, colores, tipografías, banderas, medallas, estandartes, uniformes y papelería de todas las organizaciones asociadas al partido Nazi con profesionalidad, detalle y exhaustividad germana. Todo está especificado y medido sin dejar espacio para dudas: la imagen que percibiría el pueblo alemán primero y el mundo entero después sería un todo coherente y visualmente impactante. Aunque el libro conoció varias ediciones, es muy raro encontrarlo en la actualidad debido a su destrucción sistemática durante la postguerra. Su olvido forzado no ha impedido que los manuales de estilo gráfico actuales hagan uso de las mismas técnicas con idénticos objetivos: fijar su marca en la mente del público y fomentar la unidad y lealtad interna. Es de justicia que las grandes corporaciones reconozcan, con el recuerdo de este pionero diseño de comunicación, una deuda de gratitud (más) con la herencia de aquella distopía infernal.
Visto en kottke.org: Nazi graphics standards manual. Mucha más información en The New Design Observer: The Master Race’s Graphic Masterpiece. Un ejemplar a la venta, por si alguien se anima, en usmbooks.com. No es mi intención hacer ningún tipo de apología del nacionalsocialismo: lo digo por los espíritus sensibles fáciles de escandalizar y que luego transigen con cualquier recorte de derechos y libertades. También lo digo porque no me siento culpable por ofrecer, por primera vez en este blog, una descarga ilegal: el libro en PDF, aquí, en toda su gloria tipográfica fraktur. Sinde, ciérrame si te atreves.
Comentarios
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3 respuestas a «Lo nazi como marca»
'buen' hallazgo. este tipo de cosas me interesa, pero tambien me revuelve el estomago. supongo que a todos nos debe pasar, o deberia. no se.
no solo las V2 trascendieron. por otro lado me hiciste recordar que el mundo corporativo y el nazismo se dan de la mano con henry ford y su 'el judio internacional', del cual tengo un ejemplar. siempre quise hacer algo con el, salvo quemarlo porque me pondria al nivel de los barbaros.
salute ivan!.-
Una artículo curioso y muy interesante, ¿debería proponerse como nueva pregunta del Trivial?
Tan valiente como siempre—al menos más valiente que yo por meterte con la Sinde…