Una breve para empezar el año: ha salido en ElDiario.es El sueño del Hyperloop se desvanece sin cumplir ninguna de sus expectativas, un artículo en el que servidor de vosotros oficia como certificador no de la muerte, pero sí del estado terminal de un concepto que ha troleado al sector de la ingeniería del transporte durante los últimos diez años.
Nadie que me siga desde hace años puede ignorar que llevo tiempo señalando la desnudez del emperador. Ha sido un camino divertido, aunque no del todo satisfactorio: adoptar, públicamente, el papel de Grinch tecnológico no me ha granjeado grandes apoyos ni sustanciosas prebendas. Poca gente quiere oír que sus folclóricas esperanzas de futuro están equivocadas y que Tubolandia no está a la vuelta de la esquina. Igual que ese anhelado porvenir de movilidad eléctrica aérea urbana para todos, o aquel momentazo de máxima inverosimilitud de mi querido Elon cuando propuso en serio usar su Starship para vuelos suborbitales de pasajeros.

El transporte del futuro incluye más trenes de todo tipo, más medios activos (bicicleta, tren de San Fernando1) y más micromovilidad. A este respecto, prohibir los patinetes eléctricos a bordo de los trenes es un meme que se ha propagado por todos los operadores de transporte ferroviario patrios y que deberá revertirse con la colaboración de fabricantes de baterías, aseguradoras y un interesante camino de I+D para mitigar la posibilidad real de que una batería de litio-ión estalle en llamas, y contener su combustión una vez desatada. Baterías que, no tengo que recordar, están presentes en móviles y ordenadores, y han causado problemas en aviones. En un tamaño similar a las prohibidas de los patinetes, también pueden encontrarse en bicicletas eléctricas y sillas de ruedas, que no están prohibidas.
¿Os parece un futuro deslucido? No lo es. Es un futuro flexible, asequible y para todos. Además, los trenes molan. Quizá ningún invento humano ha resistido el embate de tantos contendientes (¡desde el principio, con la locura prehyperloopera de los trenes atmosféricos allá por mediados del siglo XIX!), evolucionando a la vez, mejorando y adaptándose a las condiciones de la tecnología y la demanda en cada momento histórico. Hay, en ese futuro, sitio para medios terrestres no guiados (autobuses, turismos, furgonetas, preferentemente electrificados) y lugar para un transporte aéreo más sostenible. Pero Tubolandia no está ahí. La ciencia ficción que mamaron los milmillonarios de hoy no es un destino manifiesto. Futurama no es un documental.
Seguidme para descubrir juntos ese futuro, y dadle a like, subscribe, la campanita y… Ah, que no tengo de eso. Bueno, feliz Año Nuevo 2024. Lo que vendrá empieza a llegar hoy.
- Sí, exacto. ↩︎
Comentarios
3 respuestas a «Descansa, hyperloop, que sueñes con Tubolandia»
@blog Veo yo la cosa aquélla de los espejos para iluminar durante los momentos en que el sol no está presente. En algún punto leí algo de espejos en el espacio. A ver si va a ser eso lo que se ve en la imagen?
@blog Expectativas sí ha cumplido, sobre todo para el indigente neuronal al cargo de la idea: lo ha hecho aún más asquerosamente rico y ha logrado desviar la atención de millones de californianos para clavarle otro banderillazo a su tren de alta velocidad.
Pensar que en el país de los ciegos (el lobi del diésel) el rey tuerto iba a acabar mágicamente con tal metástasis es de vivir en un guindo inmenso.
@blog la idea detrás de este "proyecto" siempre fue una chorrada. El tren de San Fernando… ¿un poco a pie y un poco andando?