Cobre negro

Substation Wires Sky
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Foto de The Joy Of The Mundane

El precio del cobre sube sin tregua, y como consecuencia los robos están a la orden del día. Almacenes en polígonos industriales reventados y desvalijados con ayuda de cizallas hidráulicas y camiones grúa. Asaltos a edificios y urbanizaciones en construcción. Sustracción de cable telefónico y eléctrico, incluso en tensión, de todo tipo. Y, en los últimos tiempos, robos de secciones completas de centenares de metros de hilo de contacto ferroviario. Este es el cariz que, en los últimos años, está adoptando el entorno en que se mueven empresas instaladoras de cobre de todo tipo.

Los medios de comunicación van reflejando poco a poco esta realidad, como en este reportaje del diario El País del pasado día 6 de abril, titulado Los roedores del cobre. Pero un error muy difundido por los medios extiende una apreciación errónea de este delito en alza. En el artículo que nos ocupa:

[…] Otros miembros de la banda se encargarán de quemar el metal para fundirlo y de venderlo en alguna chatarrería o empresa transformadora. […]

El error aquí es hablar de “fusión” de cobre, imposible por simple incineración. Quemar los cables tan solo permite librarse de sus cubiertas plásticas —con, por cierto, unas emisiones tóxicas considerables que estarán sufriendo en primera línea de fuego, nunca mejor dicho, los propios chorizos. El objeto real de esta práctica no es otro que el de duplicar de forma relativamente sencilla el valor del cobre robado, pues la incineración de restos de cable está regulada y el tratamiento mecánico para la eliminación de revestimientos es caro.

Pero hay casos de particular gravedad que no requieren de la incineración como paso previo para aumentar el valor del botín: los robos de línea aérea de contacto en tendidos ferroviarios. La tensión, de 3000 voltios en corriente continua en el caso del ferrocarril convencional, de 25000 para el de alta velocidad, no arredra a los ladrones, que acceden perforando los cerramientos de los trazados, provocan cortocircuitos mediante cadenas lanzadas —con el peligro que ello supone— y desmontan secciones enteras de catenaria cortando los contrapesos que las mantienen a una tensión mecánica de hasta 20 kN. El hilo de contacto tiene una sección cilíndrica o elíptica con una muesca a cada lado, fácilmente reconocible, y su precio, nuevo, es lo suficientemente alto como para que se ajusten al máximo las cantidades utilizadas en los tendidos.

Los ladrones no pueden fundirlo sin ayuda de una planta industrial en toda regla, y aún así, se sustrae. ¿Quién es más ladrón, el que roba o el que compra lo robado a sabiendas?


Comentarios

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2 respuestas a «Cobre negro»

  1. Pues está claro: RENFE debería cambiar de proveedores y comprar directamente a los chorizos 🙂

  2. ¡Huy! Eso era antes. Te ilustro sobre la “cadena de valor” actual del transporte ferroviario. Los nombres de las empresas y demás entes son ficticios, a la manera de Superlópez 😉 :

    1.- Renfe transporta a la basca…
    2.- … usando las vías de Adif, que…
    3.- … las construye por orden de Fomento, con…
    4.- … contratistas privados como Tragados o Tiemens, que…
    5.- … subcontratan a Pepe Pérez, S.A., que…
    6.- … finalmente, compra el cable.

    Es al tal Pepe Pérez a quien le roban el cobre (salvo cuando está en producción; entonces le roban a Adif). En cualquier caso, la culpa la tiene Renfe porque el tren llega tarde.