No es ningún secreto: la prensa se muere. Los costes suben lentamente mientras las ventas de publicidad y la difusión bajan. A fuer de ser sinceros, nunca fue un gran negocio, aunque la erótica del (cuarto) poder pudiera compensarles a muchos por la dureza de la prisa permanente y la remuneración anémica. Ahora cualquier indocumentado como éste que suscribe puede dirigirse a las masas —difusión autoauditada de esta bitácora: 25 “ejemplares” diarios. ¿Por qué iba a molestarme enfangando vuestros ojos lectores con publicidad? Lo dejo para ese día en que alcance las cien mil visitas. Antes de lo que pensáis.
A cualquier tabla se agarran los necesitados. Acaba de ser presentado el Kindle DX, la —atención al topicazo— última esperanza blanca de la prensa escrita. Me justifico por esa frase absurda: la impresión de última esperanza trasluce de casi todos los artículos que glosan el nuevo aparatito. Lo de blanca vendría a justificarse por el peregrino hecho de que el tal Kindle es, bueno, blanco. El capitán Obvio al rescate. Ya que estamos con obviedades, vamos a contar algunas más.
Casi un centímetro, según Amazon, es el grosor de la mayor parte de las revistas. Casualmente todas las que se encuentran encima de mi mesa en este momento son algo más delgadas, alrededor de la mitad. También puedo enrollarlas, lanzarlas contra el suelo, pisarlas accidentalmente y en general maltratarlas, como yo mismo y el resto de los humanos tenemos por costumbre hacer, por imperfección propia más que por gusto, aunque a veces también. ¿Qué tal encaja eso el Kindle? Ahora bien, se hace misteriosamente más fácil tratar con mimo un libro si cuesta 489 dólares.
¿Qué área efectiva de una página impresa en una revista puede dedicarse a la impresión? Salvo por unos estrechos márgenes, casi la totalidad del papel puede imprimirse. Suponiendo un soporte A4, se trata de una superficie de 1/16 m2, pero las revistas suelen leerse abiertas, por lo que hablamos de 1/8 m2. ¿El Kindle? Su pantalla tiene una diagonal de 24,6 cm, pero al no dar las dimensiones (alto × ancho) hay que hacer un poco de manipulación creativa para estimar la superficie. Me salen 284 cm2, menos de la mitad de un folio A4, y por tanto alrededor de la cuarta parte de una revista abierta. Sin duda, estos datos han de tener un impacto sobre la contratación de publicidad, precisa y desafortunadamente sobre los anuncios más caros (los de mayor superficie: dos páginas contiguas). Los niveles de grises no ayudarán.
Cuando abro un libro, un periódico o una revista no tengo que encenderlos. ¿Cuánto tarda el Kindle en arrancar? Esperemos que menos de dos segundos. El libro tampoco tiene que recargar una batería de cuando en cuando. Tener que parar para recargar un dispositivo o planificar su uso para que el proceso de carga sea lo menos molesto posible son situaciones que, pese a ser harto frecuentes en nuestras primitivas vidas digitales, no son particularmente agradables o cómodas. La recarga de gadgets es una de las grandes cuestiones no resueltas de nuestra civilización.
Como cumbre de esta montañita de defectos, no quiero despedirme hoy sin señalar uno que Amazon revela sólo a medias en la descripción del producto. Ahí va:
Read-to-Me: With the text-to-speech feature, Kindle DX can read newspapers, magazines, blogs, and books out loud to you, unless the book’s rights holder made the feature unavailable
El subrayado es mío. ¿Qué significa? Que el Kindle es una máquina de “gestión de derechos digitales”. Lee en voz alta si el propietario legítimo de la información que graciosamente se nos permite leer no lo prohíbe. Amazon deja a la imaginación del lector las características que pueden estar igualmente “gestionadas”. ¿Copias de documentos en otros soportes? ¿Copias de seguridad, por si se rompe algo? ¿Número de lecturas limitado? ¿“Este documento se autodestruirá en sesenta segundos”? El cielo es el límite, y sólo el tiempo nos dirá si este Kindle es tan insidioso como el amado iPhone en estos aspectos. Aunque no creo que a la prensa escrita, in articulo mortis, llegue a tiempo de importarle.