El Mobile World Congress de Barcelona es todo un polo de atracción para la tecnología más puntera, con el tótem del siglo XXI que es el teléfono inteligente como centro de gravedad. Googles, Microsofts, Samsungs, Huaweis y demás sospechosos habituales —pero, curiosamente, no Apple— presentan las últimas novedades. No solo en artefactos que amueblarán nuestros bolsillos con plataformas de integración sensórica, sino en una gama creciente de campos cuya relación con los inevitables móviles es, cuando menos, tangencial. Por ejemplo: el coche de Xiaomi puede compartir, quizá, algún componente con los teléfonos del mismo fabricante. Y sin duda ofrecerá cierta integración con ellos. Pero la justificación última para encontrarlo en una feria de telefonía móvil es que las personas transportadas llevarán algunos consigo.
Esta apertura a cualquier tecnología pintona que pueda aparecer remotamente asociada a los teléfonos móviles es un panal de miel ideal para vendedores de pseudotecnologías. Esas soluciones tecnológicas que pueden parecen reales pero no lo son. Tecnologías de mentira. A veces aparecen a pequeña escala, como en estos «ahorradores eléctricos» que reseñé en este mismo blog allá por 2011. O, a veces, a escala muy grande, como esta «cápsula de hyperloop» que se pudo ver en la edición anterior del MWC. En esta ocasión los hados de la pseudotecnología también han sido propicios y nos han traído una buena pieza para apuntalar el prestigio de la feria: un coche volador.
Ya tengo cierta historia aireando mis opiniones sobre el coche volador —y el juego de palabras es totalmente intencionado—. Este caso no va a ser distinto. Os presento el coche volador de Alef:
El coche volador de Alef, llamado «Modelo A» en algunas fuentes, pero sin nombre en otras (Alef es el nombre de la empresa) es un poco más de lo mismo. Un logo que recuerda en extremo a la X de SpaceX blasona el morro de un vehículo de dos plazas y sin espacio de almacenamiento aparente, con un rango en vuelo anunciado de 180 kilómetros y en tierra de 320… pero a la asombrosa velocidad de 40 kilómetros por hora, que es a la que se va a certificar. Un «vehículo terrestre de baja velocidad», como un carrito de golf.
Sus fabricantes esperan que esto no sea un problema, porque si quieres ir a cualquier lado más deprisa, lo lógico sería salir volando. Quizá. El sistema de vuelo es francamente original: toda la carrocería del aparato está realizada en una rejilla, dentro de la que se encuentran ocho hélices. El habitáculo puede girar respecto del resto del cuerpo; cuando el coche volador empieza a elevarse, el cuerpo entero adopta una orientación transversal a la dirección de vuelo, obteniendo sustentación de los laterales de la carrocería, que se comportarían como las alas de un biplano.
¿Cuánto costará esta maravilla y cuándo podremos tenerla en nuestros garajes? Según la empresa, ¡tan solo 299999 dólares! Y por unos escasos 1500 dólares adicionales, podemos ponernos en una lista de espera prioritaria para cuando salga al mercado, ¡el año que viene! Me imagino que si está tan cerca, podremos verlo. Y… Bueno, aquí tenéis el único material en vídeo liberado por Alef sobre el vehículo: una charla de veinte minutos de Jim Dukhovny (alias Rasputín 2), CEO de la compañía, poniendo transparencias, animaciones por ordenador y algún vídeo de una calidad sospechosamente baja en el que se ve una cosa con ruedines despegando (en el minuto 20) seguido de una toma pobre hasta para un Flight Simulator de hace unos cuantos años:
Sinceramente, no me creo ni que vuele. En el remoto caso de que exista.