Probablemente os resulte una pequeña sorpresa saber que los modelos grandes de lenguaje (conocidos por sus siglas en inglés LLM) que constituyen el corazón de lo que damos en llamar, con un punto de petulancia, «inteligencias artificiales generativas», fueron predichas por Antonio Machado. El poeta, en efecto, dio solo un texto al género de la ficción especulativa, científica en tanto acude a un artificio tecnológico: el aristón poético o máquina de trovar. Pero ubiquemos la historia.
Hay quien opina que los proyectos finales de Machado, a partir del aciago año de 1936, van desdibujándose. Yo creo que Machado está, en estas difíciles circunstancias, superando las limitaciones del poeta que da a la imprenta libros monolíticos. Y trascendiendo a una nueva forma: filósofo fragmentario, fabulador, metafabulador. Así nace el Cancionero apócrifo, un laberinto de textos en los que Machado inventa a Juan de Mairena y a su maestro, Abel Martín. Ambos son trasuntos de él mismo (y por ello, heterónimos). Pero Mairena, a su vez, crea a Jorge Meneses, un tercer heterónimo (¿metaheterónimo?) de Machado.
Meneses, siempre según Mairena, y tal como refleja Machado, es el creador de un fantástico aparato que
[…] no pretende sustituir ni suplantar al poeta (aunque puede con ventaja suplir al maestro de retórica), sino registrar de una manera objetiva el estado emotivo, sentimental, de un grupo humano, más o menos nutrido, como un termómetro registra la temperatura o un barómetro la presión atmosférica.
Cancionero apócrifo, I. Juan de Mairena. La metafísica de Juan de Mairena (A. Machado, ¿1936?)
Un aristón es un organillo de manivela. Este aristón poético es, supuestamente, el origen de una gran parte de la poesía «publicada» por Juan de Mairena, y se nos presenta en el contexto de una entrevista entre Mairena y Meneses. En ella, éste último afirma que su dispositivo
[…] no traduce a lenguaje cuantitativo la lírica ambiente, sino que nos da su expresión objetiva, completamente desindividualizada, en un soneto, madrigal, jácara o letrilla que el aparato compone y recita con asombro y aplauso de la concurrencia. La canción que el aparato produce la reconocen por suya todos cuantos la escuchan, aunque ninguno, en verdad, hubiera sido capaz de componerla. Es la canción del grupo humano, ante el cual el aparato funciona.
Ibidem
¿Y cómo funciona? En la mejor tradición de los fabuladores de ciencia ficción, Meneses, es decir, Mairena, es decir, Machado, hace una elipsis sobre la cuestión:
Mairena: ¿Y en qué consiste el mecanismo de ese aristón poético o máquina de cantar?
Meneses: Es muy complicado, y, sin auxilio gráfico, sería difícil de explicar. Además, es mi secreto. Bástele a usted, por ahora, conocer su función.
Ibidem
Sin embargo, sí se nos ofrecen algunos detalles interesantes. El aristón, físicamente, es una especie de «piano-fonógrafo». Sería una forma curiosa de describir uno de nuestros ordenadores personales modernos, con su teclado, más similar al de una máquina de escribir de comienzos del siglo XX, pero también su capacidad para generar y reproducir todo tipo de sonidos (y de imágenes, pero eso ya habría supuesto tensar en extremo la credulidad de un lector de hace noventa años). Más interesante es la afirmación de Meneses, es decir, Mairena, etcétera, de que el dispositivo trabaja con fonogramas que son, en esencia, palabras.
Los LLM se articulan alrededor del concepto de token, que no es exactamente una palabra, pero tampoco es una letra. Es una «unidad de información». El concepto de token como unidad surge a partir del análisis estadístico de textos y permite reflejar «átomos de significado» tal y como pueden estar codificados desde un punto de vista morfológico en raíces, prefijos y sufijos, pero no limitándose a este nivel de descripción. Un token puede ser también un solo símbolo si es codificante, o —por el otro extremo— una pequeña frase con sentido propio, diferente del de sus componentes.
La discusión entre Mairena y Meneses que nos relata Machado para ilustrar el funcionamiento del aristón poético cita tokens como «hombre», «mujer», verbos en formas positivas y negativas, conjugadas o no, e incluso «puede ser» como una expresión hipotética o potencial diferente del «poder» o el «ser». El aristón genera su particular Hola, mundo, un sencillo terceto de arte menor con estrambote, a partir del sentir de una hipotética reunión de hombres que, cómo evitarlo, estuvieran hablando de mujeres:
Dicen que el hombre no es hombreIbidem
mientras que no oye su nombre
de labios de una mujer.
Puede ser.
Sería imposible crear una inteligencia artificial generativa en la forma de un artefacto mecánico. Solo hay que pensar en la máquina analítica de Babbage, una generalización programable de la calculadora mecánica de Pascal que ya llevó al límite práctico lo factible mediante conjuntos de engranajes, muelles y palancas. Pero nada nos impide dejar aquí esta pequeña muestra del genio del gran poeta y pensador sevillano, castellano, español y universal. Aquella vez, en pleno fin del mundo, que fue uno y muchos. Cuando imaginó un artefacto delicioso. Un artilugio steampunk tan incapaz de pensar como una «inteligencia artificial» de hoy, pero hecha para dar forma a expresiones originadas en el sentimiento y el lenguaje colectivos. Un aparato, eso sí, destinado a crear inofensivas (u ofensivas, por qué no) coplas o sonetos, y no ingentes volúmenes de autocháchara que, de seguir creciendo, enfangarán toda la creación humana en línea. Navegar por internet, pronto, será cribar, tamizar, lavar, una y otra vez, paladas y cubos de cieno sin valor, rebuscando una limadura de oro. Es de esperar, y más todavía de desear, que queden lugares defendidos del asalto inconsciente de las inteligencias artificiales; los atesoraremos. Pero los lingotes de oro puro anteriores al advenimiento de los aristones nos esperarán, físicamente alineados pero fuera de línea, donde siempre estuvieron: en los estantes de las bibliotecas.
Comentarios
3 respuestas a «Los heterónimos»
@blog precioso, ojalá a esa LLM que va a hacer España le llamen Aristón o simplemente Aris.
Aunque a ese proyecto le veo poco futuro, la verdad.
@litox @blog Siempre nos apuntamos a todo cuando ya está pasando de moda. Tarde y mal.
@blog Qué delicioso artículo.
Machado también predijo las redes sociales (o al menos cómo protegerse de ellas) en el poema que tengo fijado en @machadobot