Comparto con vosotros una versión en texto de la charla del pasado día 20 de septiembre de 2024 en el Euskalduna de Bilbao, inaugurando el evento Naukas Bilbao 2024.
Egun on. Para los que no me conozcáis: tengo una reputación. Soy un pinchaglobos. El Grinch de la tecnología. Llevo años subiéndome a este escenario para decir que el hyperloop de Elon Musk es un engaño, o que no tendremos un coche volador en cada garaje.
Pero hoy quiero salirme un poco del personaje. Hoy, aprovechando que estamos bien despiertos, vamos a soñar con la Luna. Y como mi especialidad son los trenes…
No, no vamos a ir a la Luna en tren, como se lo imaginaba alguna mente calenturienta del siglo XIX.
Pero, sí, vayamos a la Luna. Siendo esto Naukas, tenemos poco tiempo. Así que iremos casi a la velocidad de la luz. Y una vez allí, vamos a detenernos en un lugar muy especial.
El cráter Shackleton, en el polo sur.
El cráter Shackleton tiene algo que no se encuentra fácilmente en otros lugares de la Luna: oscuridad eterna. Los impactos de los cometas, a lo largo de cientos de millones de años, han dejado hielo en toda la superficie de la Luna.
Pero es en estos lugares, como el fondo del cráter Shackleton, donde el hielo no se ha perdido por su exposición al sol. Aquí podría estar la primera mina lunar. Una mina de agua.
Es el primer lugar al que quieren ir estadounidenses y chinos en la nueva carrera lunar.
¿Y por qué?
Rompiendo la molécula de agua con electricidad podemos fabricar oxígeno e hidrógeno. Tendríamos así agua para beber, oxígeno para respirar y también hidrógeno, como combustible para cohetes.
Esta vez vamos para quedarnos, y el secreto para ir a la Luna y quedarse está en esta sigla: In Situ Resource Utilization (Utilización de Recursos In Situ).
Pero, igual que en la Tierra, no todos los recursos estarán en el mismo lugar de la Luna. El agua puede estar en Shackleton, pero habrá otros minerales en lugares distintos. Quizá hasta haya más de una base lunar en el futuro, y habrá que transportar mercancías y personas de un lado a otro.
¿Y por qué no usar un tren? Este año Northrop Grumman, una de las empresas punteras en el sector aeroespacial, trabajó a instancias de DARPA, la agencia americana de conceptos avanzados de defensa. Esbozaron cómo sería un tren lunar.
Realizaron un análisis económico y técnico. Descubrieron que un tren, al igual que en la Tierra, interesará más cuanto más carga queramos mover y con más frecuencia queramos hacerlo. Además, no pudieron dejar de notar que un tren deja una huella en la superficie lunar menor que una carretera. Deberíamos preservar el paisaje en la medida de lo posible.
¿Qué necesitamos para construir un tren en la Luna? El estudio especificó varios diseños preliminares de maquinaria especializada para crear una plataforma de vía.
Topógrafos robot, excavadoras, compactadoras, volquetes. Robots capaces de montar la vía y centros de control móviles.
Las vías en la Luna se parecerían a las terrestres, con traviesas de hormigón fraguado in situ a partir del regolito y reforzadas con fibra de vidrio lunar.
Y, atención a esto, con aditivos mejorantes: urea, procedente de la orina de los astronautas, y pequeñas cantidades de albúmina extraída de su sangre. Los astronautas, en la Luna, también son un recurso in situ.
Fabricaremos los raíles con hierro procedente de minerales lunares como la ilmenita, en un proceso que también produce oxígeno.
La gravedad es un sexto de la terrestre, así que la adherencia de las ruedas con el carril va a ser menor. Por eso los trenes lunares tendrán que llevar más ruedas. Aunque las cargas pesen seis veces menos.
Y necesitaremos locomotoras. Serán eléctricas, cargadas con energía solar. El tren solar es prácticamente inviable en la Tierra, pero en la Luna es una necesidad.
Este sería nuestro tren lunar. Pero quedan aún muchas incógnitas por resolver, técnicas y económicas. Por ejemplo, por el lado técnico: ¿resistirá el regolito del suelo el peso del tren sin hundirse? ¿Cómo se comportarán los raíles ante el cambio brutal de temperatura del día a la noche, de más de 270 grados? ¿Habrá que hacer mantenimiento específico de la vía por los impactos de micrometeoritos?
Por el lado económico, sin embargo, podemos hacer algo.
Lo he comentado antes: un tren tiene más sentido cuanto más carga hay que transportar. Y para asegurarse de ello, nada mejor que las potencias en la Luna colaboren en su construcción y explotación. Estados Unidos y sus aliados, con China.
Los ferroviarios somos expertos en garantizar que sistemas de distintas procedencias puedan trabajar juntos. Llamamos a este superpoder «interoperabilidad».
Quizá, de todos modos, estemos soñando demasiado. Es sabido que el programa Artemisa no va precisamente viento en popa.
Pero si me preguntáis qué es más probable, que haya un tren en la Luna, un coche volador en cada garaje, o que Elon Musk se salga con la suya y termine construyendo un hyperloop…
Os diré, sin dudarlo un momento, que soñéis con la Luna, y que soñéis con el tren.
Muchas gracias.