Marx equivocado

En estos tiempos de fluidas confluencias una cita de Marx aparece regularmente en boca del activo sector de la izquierda transformadora para el que acudir a las elecciones en coalición es desde un desastre sin paliativos hasta lo peor que ha sucedido en la Tierra desde la gran extinción del Pérmico:

Nuestra tarea es la crítica despiadada y mucho más contra aparentes amigos que contra enemigos abiertos.

No hace falta discurrir mucho para darse cuenta de que esta frase es muy útil para fustigar a compañeros de armas sospechosos de haber sido infectados por el virus confluente. Pero también podemos (pun intended) preguntarnos por la legitimidad de uso: ¿es una buena idea invocar a Marx aquí?

Un poco de contexto. Este breve trozo de sabiduría del corpus filosófico marxista forma parte de las Obras Completas (tomo 7, página 299 de la edición de 1960). Se trata de una pieza publicada originalmente en el Neue Reinische Zeitung, Politisch-ökonomische Revue, Nº4, 1850, firmada al alimón por Marx y su camarada Friedrich Engels y titulada sucintamente Gottfried Kinkel.

El tal Kinkel era un soldado alistado en las filas revolucionarias, según él, por accidente. Al menos tal fue su declaración ante el tribunal militar de Rastatt en agosto de 1849. La revolución de 1848 fracasó —fue un fracaso complejo e históricamente fructífero, sin embargo— y Kinkel, tras apelar a todo lo que pudo (incluído su amor por la dinastía Hohenzollern, su mujer y sus hijos) fue exonerado; al tiempo, sus compañeros de filas se encontraban con las balas dispensadas por eficientes pelotones de fusilamiento.

Marx afirma que su grito en el cielo en forma de artículo «provocará las iras de timadores sentimentales y charlatanes demócratas» justo antes de establecer la máxima que guiará su comportamiento, que reproduzco aquí en el original alemán:

Uns(e)re Aufgabe ist die rücksichtslose Kritik, viel mehr noch gegen die angeblichen Freunde als gegen die offnen Feinde […]

Con toda probabilidad, el régimen absolutista prusiano utilizó el proceso contra Kinkel para hacerse publicidad (el relato se publicó en el Abend-Post de Berlín a lo largo de dos días de abril de 1850), escogiendo un chivo expiatorio al revés: un pobre hombre, buen alemán, que se vio arrastrado por las circunstancias para luchar en el bando equivocado de una revolución.

El contexto no es excesivamente amable con las interpretaciones modernas de esta máxima marxista, aunque una imaginación lo suficientemente dedicada puede atar todos los cabos y establecer todos los paralelismos necesarios para que su aplicación actual en el seno de la batalla entre confluentes y disfluentes de Izquierda Unida tenga algo de sentido. Pero ese no es mi problema. Creo que Marx, aquí, se equivocó teniendo razón.

Supongamos que la proximidad o lejanía ideológica es una magnitud medible (en un diagrama de Nolan esto tiene mucho sentido). Interpretemos, como Marx pretende, a los Freunde (amigos) como más próximos ideológicamente a uno mismo que los Feinde (enemigos). Si la crítica debe ser más despiadada a menor distancia de ideas, ¿dónde nos lleva este proceso? Los activistas de izquierdas reaccionarían violentamente entre sí, rechazándose unos a otros con creciente fuerza, cuanto mayor fuera su grado de consonancia. Como protones repeliéndose entre sí en virtud de las leyes clásicas de la electrostática.

Una situación así nos lleva necesariamente a la imposibilidad de la unión de las izquierdas. Marx era un genio: predijo lo que iba a ocurrir con su legado a más de siglo y medio vista. Pero ¿no sería deseable, por una vez, intentar desactivar la frase lapidaria? Crítica sí, siempre, pero ¿por qué despiadada? Quizá si intentamos reconocer la razón del vecino podamos encontrarla reforzada en nosotros mismos. Tengo la impresión de que el mismo Marx no desearía que un recorte menor de su legado informara toda la acción política de la izquierda transformadora. En la analogía física, existe una fuerza nuclear (la llamada débil) que mantiene unidos y estables muchos núcleos atómicos, aun estando llenos de protones con cargas positivas. Además, ya dijo Lenin…