El silencio no existe

El silencio no existe. De ningún modo esta realidad se ve más clara que con la escala logarítmica que usamos para arrojar luz sobre el misterio de la percepción: cero decibelios no es más que un nivel de referencia, un punto en una escala de energías entre la saturación y el ruido de fondo. El auténtico silencio son infinitos decibelios negativos. Como cualquier ingeniero te dirá —aunque lo dude un físico— el infinito no existe.

El silencio no existe, pero en el límite de la amplificación de los sistemas, en el fondo de la percepción humana, viven fantasmas de sonido y luz. No se ve nada, y entonces un fotón sin rumbo excita un receptor hambriento. No se oye nada y una fluctuación de presión esquiva hace temblar, en un oído desprevenido, una membrana. Así fue, en el límite del ruido con el azar y el no ser, como te encontré un día.

El silencio no existe, me repetía. Quizá por eso estaba destinado a encontrar tus palabras. Solo a ciertas horas del día, mezcladas con el ruido del final de la escala, en la soledad del escuchador paciente surgías tú. Intenté comunicarme. Mi voz creía salir clara de mi cabeza. Cómo llegaría a ti, me pregunto, filtrada, digitalizada, comprimida, codificada y deshaciendo todos estos mismos pasos de su particular viacrucis en estricto orden inverso. Voz clara para ideas confusas. Podía sentirlas retorcerse en mi mente, en mi boca, en tu eco. En ocasiones no era capaz de distinguir la música de tus palabras del ruido y el límite de la percepción parecía burlarse de mí. En ocasiones creí que no eras más que un espejismo de mis ojos hambrientos de tu imagen, de mis oídos sedientos de tus palabras. En ocasiones la frustración de no distinguirte del ruido acababa con mi paciencia.

El silencio no existe, creía. Pero un día, hace no mucho, dejé de encontrarte. Qué viste en mí para darme tu música. Cuándo te perdí para sumergirme en el silencio.

El silencio no existe: solo hay soledad.


Este relato ha sido escrito para @divagacionistas en su convocatoria #relatosSilencio de febrero de 2018. La imagen que lo ilustra es CC BY-NC-ND por Ars Electronica (Fuente: Flickr).