Ganchos de sujeción de las baldas del tendedero MULIG, de IKEA.

Economía circular: la R de reparar

Ya no sé cuántas erres hay en el lema de la economía circular. Buscando por internet, aparecen las tres tradicionales (reducir, reutilizar, reciclar), cuatro, cinco, siete y hasta diez. Dejando aparte las tendencias inflacionarias del marketing, la R de reparar es una adición al elenco original a la que tengo cariño. Hoy os voy a contar una historieta breve de reparación doméstica, en cinco minutos, fácil y para toda la familia.

Tengo un tendedero plegable de IKEA desde hace bastantes años: un Mulig. Me costó bastante encontrarlo en su momento. Era la solución ideal para mi terraza. Cuatro niveles de dos baldas cada uno, desplegables individualmente, hacen de él el tendedero con menor huella en superficie y mayor capacidad que había en el catálogo. Creo que sigue siendo así. Mi terraza no es muy grande, y se agradece poder usarla aunque haya ropa tendida.

El tendedero en sí está fabricado en acero con pintura de polvo de poliéster. En ese sentido, es prácticamente indestructible. Tan solo hay que apretar cada cierto tiempo los cuatro tornillos que fijan las uniones intermedias de los largueros verticales para que no se mueva de más, y ya. Pero (claro, tenía que haber un pero) las baldas se apoyan en unos ganchos de plástico de poliamida a los que la combinación de carga e intemperie a lo largo de estos años no ha tratado muy bien. Hay ocho, uno por cada balda, y en mi unidad solo quedaban cuatro sin fallar. Como suelo usar las baldas superiores, son estos los que se han ido rompiendo. Mi solución temporal era mover alguno de los de abajo hacia la posición del roto. Pero solo quedaba una rotura más para que no pudiera usar las cuatro baldas que habitualmente despliego para secar mis coladas. Se imponía una solución definitiva.

Parte inferior del tendedero MULIG, con detalle de un gancho de sujeción para una de las baldas plegables. (Imagen: IKEA)

Los productos de IKEA suelen ser eminentemente reparables, pero en este caso los ganchos vienen premontados y no tienen número de pieza, con lo que no se pueden solicitar. Probablemente podría haber optado por hablar con el servicio de fabricación de piezas en 3D que están estrenando. Aunque algo así me costaría dinero y tiempo, para tener unos sustitutos, en principio, igual de vulnerables a los elementos y al uso que los componentes que tenía que cambiar.

Gancho roto del tendedero MULIG. (Foto del autor)

Afortunadamente, tengo en casa, junto a la caja de herramientas, otra caja llena de tornillos, tuercas, escarpias, clavos y otros herrajes pequeños. Compré un surtido muy barato hace casi una década, y todavía le saco utilidad. Eso, sin contar que cada vez que reciclo algo me suelo quedar con piezas que puedan ser útiles. Tengo manías peores. Lo interesante es que, una vez desmontados los ganchos, resultó que tenía unos tornillos de una métrica muy parecida, pero más largos y con la cabeza más grande. Y si…

Tornillo de cabeza redonda que sustituye a la pieza original. (Foto del autor)

Dicho y hecho. Ocho tornillos que encajan en los mismos agujeros que los ganchos, y cuya propia estructura sujeta las baldas igual de bien que las antiguas piezas de plástico. Pero estos son de acero inoxidable, así que tendré tendedero hasta el fin de los tiempos. Minuto arriba o abajo.

Ya sabéis: reparad lo que podáis en casa. Reduciréis así vuestra huella de carbono y haréis vuestra parte para salvarnos de la quema climática. También ayudaría votar a quien prometa un peaje en las carreteras proporcional a la cuarta potencia del peso del vehículo, pero eso ya es otra historia.