¿Teletrabajo o trabajo presencial? Por cada estudio que avanza beneficios de uno, aparece otro que los contradice. El debate, en realidad, no es tal: hay unos trabajadores con una capacidad muy limitada de presión intentando preservar la única ventaja que les trajo la amarga pandemia en un lado. Del otro, unos empresarios que, primero, enviaron a casa a todo el mundo haciendo de la necesidad virtud. Después, prometieron que había llegado un nuevo tiempo y que el teletrabajo sería permanente. Y más adelante rompieron sin vergüenza alguna esa promesa, arrastrados por la moda, por la sed de control o por inversiones en el sector inmobiliario de oficinas.
Pero hay excelentes razones para que el teletrabajo se mantenga, e incluso se potencie. Reduce los costes directos de empleados y empleadores, Mejora la diversidad de la plantilla. Facilita la integración del trabajo en la vida —aunque también, como un reverso tenebroso, hace más sencilla la colonización de toda la vida por el trabajo—. Y por encima de todo, reduce las emisiones de CO₂ manteniendo una productividad similar.
Los efectos negativos de segundo orden existen, pero pueden ser paliados. Las diferentes industrias auxiliares, como los servicios de restauración, pueden trasladarse y dispersarse. La limpieza de oficinas puede convertirse en asistencias domésticas, financiadas al menos en parte por la empresa. Los edificios de uso comercial pueden reformarse y transformarse en viviendas (ojo, no es sencillo), generando más trabajo en el proceso. Incluso es posible concebir incentivos para que la conversión de residencias en pisos turísticos se desplace a estos nuevos espacios, revitalizando nuestros barrios y preservando una gran parte de la infraestructura auxiliar de los polos de antiguas oficinas.
Pero, una vez más, no se trata de un conjunto de soluciones que el mercado vaya a traer de forma natural. Y esto, lamentablemente, confina su radio de acción a una sola parte del arco político. Lo que es una lástima, porque hay un buen dinero que ganar en el proceso. Aunque quizá, para ello, haya que ¿trabajar?
Oh, no.
#leyendo https://forbes.es/empresas/326683/la-guerra-por-el-teletrabajo-los-datos-que-los-ceo-y-los-trabajadores-deben-saber/
Nota: la reducción real de las emisiones de CO₂ depende mucho de las condiciones de contorno y no es, en general, tan grande como el sentido común parece indicar. Sin embargo, sí se puede afirmar que en la mayor parte de ubicaciones y situaciones existe. Este artículo de la Agencia Internacional de la Energía es una lectura equilibrada a este respecto: Working from home can save energy and reduce emissions. But how much?