No conocemos a Ben Fernando. Es un físico normal, especializado en simulación numérica de ondas sísmicas, aunque involucrado en programas muy chulos: la misión InSight a Marte o la futura sonda Dragonfly a Titán. Pero Fernando ha levantado el dedo para decir que la última campaña de un científico que sí conocemos, Avi Loeb, en la que ha «encontrado» lo que sugiere que son pruebas de tecnología alienígena, está basada en un error garrafal.
Os pongo en antecedentes: Loeb es un astrofísico en Harvard. Se hizo famoso, casi podríamos decir «o lo siguiente», por lanzar la hipótesis de que ‘Oumuamua, el asteroide de trayectoria hiperbólica —y, por esto y alguna otra cosa, seguramente de origen interestelar—, es en realidad una sonda alienígena de visita por nuestros pagos. No contento con esa pica en el Flandes de la parsimonia científica, aprovechó un meteorito anómalo cuya caída fue detectada sobre Papúa-Nueva Guinea por una red de satélites de vigilancia de la USSF, la fuerza espacial de los Estados Unidos, para afirmar que tenía otro ejemplo de objeto interestelar presuntamente artificial entre manos. ¿Por qué anómalo? Los rangos de velocidad de los objetos que caen sobre la Tierra provenientes del espacio dependen de sus órbitas. Un cuerpo que gire alrededor del Sol no lo hará a una velocidad superior a 42 kilómetros por segundo: de lo contrario, escaparía de su atracción gravitatoria y saldría disparado en una trayectoria interestelar.
Pues bien, CNEOS 20140108 (el número de catálogo del objeto detectado por los militares del espacio), dada su trayectoria estimada, venía con una velocidad de 44,8 kilómetros por segundo. Hay incertidumbre en esta medida: USSF la confirma, pero NASA plantea dudas razonables. ¿Y Loeb? Loeb acelera. Afirma que tiene datos captados por sismógrafos que le permiten inferir una trayectoria y una zona de caída, a unos 85 kilómetros de la isla de Manus. Se va con un barco y un patín magnético a peinar el fondo marino y vuelve con lo que insiste que es la primera muestra de material proveniente del espacio interestelar. El limo que recoge, con pinta de bolitas visto al microscopio, resulta tener una composición química «raruna» —pero también dudosa—. Otro salto conceptual y sus esférulas magnéticas pasan a ser potenciales tecnomarcadores. Es decir, restos de una sonda alienígena caída en la atmósfera terrestre.
Los estudiosos de la teoría de los antiguos astronautas dicen «sí»1.
En mi vida he encontrado a unas cuantas personas que afirmaban saber de cualquier cosa o poder aprender en un plazo breve, quizá leyendo uno o dos libros. Salvo una excepción que no señalaré porque se dice el pecado, pero no el pecador, todos eran físicos. Como Loeb. ¿Casualidad? Lo dudo2. Fernando, ya lo he dicho, sabe de propagación de ondas sísmicas y echó un vistazo al dato de partida de Loeb. Y tiene una opinión. La vibración supuestamente correspondiente a la caída del meteorito presuntamente extrasolar se parece mucho, pero mucho, a las de los camiones que a veces circulan cerca de la ubicación del sismógrafo.
Camiones nada extrasolares y menos alienígenas todavía. Lo único que tiene Loeb para soportar la asociación entre la perturbación sísmica y la caída de su objeto es el momento. Pero hasta el fan más entusiasta de lo alien reconocerá que tiene que haber, necesariamente, más pasos de camiones por una calle que meteoritos provenientes del espacio interestelar cayendo sobre cualquier punto concreto del planeta en cualquier instante dado del día.
Loeb se defenderá como gato panza arriba. Siempre lo ha hecho, ahora no va a ser menos. Quizá hasta retracte algo. Con seguridad, su desparpajo seguirá impresionando al mundo. Y seguirá recogiendo dinero de donativos y ventas de sus exitosísimos bestsellers para alimentar sus sueños de encontrar la respuesta a la pregunta definitiva: ¿estamos solos? Y un poco también su cuenta bancaria, que la vida está muy achuchá.
Y mientras, por aquí, nos seguiremos divirtiendo. Porque es cierto. La ciencia de verdad no es como Loeb la cuenta. Las probabilidades de encontrar un alienígena, huellas de uno o siquiera un triste tapón de Slug-o-Cola ferengi son mínimas. Pero soñar es bueno y necesario.
#leyendo https://www.nytimes.com/2024/03/11/science/meteor-avi-loeb.html?unlocked_article_code=1.cE0.Tr7-.wiecerC04Pw1&smid=url-share
Para leer más
Siraj, A., & Loeb, A. (2022). A Meteor of Apparent Interstellar Origin in the CNEOS Fireball Catalog. The Astrophysical Journal, 939(1), 53. https://doi.org/10.3847/1538-4357/ac8eac
- Si no veis de vez en cuando Alienígenas en el Canal Historia, no sabéis lo que os estáis perdiendo. Crème de la crème. ↩︎
- J. J. Benítez, ¡gracias por tanto! ↩︎
Nota original en el Mastodón de @brucknerite (podría haber sido borrada).