Una imagen de síntesis de un avión de pasajeros de cuerpo estrecho en vuelo. Tiene ocho turbopropulsores, cuatro en cada ala. El logo del fabricante, Elysian, es claramente visible en el fuselaje.

Los renglones torcidos de la innovación

La noticia:

El estudio confirma que el vuelo eléctrico con baterías es la opción más sostenible para rutas de hasta mil kilómetros, reduciendo las emisiones en un 70 % y operando de forma tres veces más eficiente que el hidrógeno o los combustibles sostenibles de aviación (SAF). Incluso teniendo en cuenta las emisiones de todo el ciclo de vida —fabricación de las baterías y la infraestructura— los aviones propulsados con baterías son la mejor elección medioambiental. Con una red eléctrica completamente renovable incluso podrían mejorar los datos de emisiones por pasajero de los trenes.

Elysian Aircraft, LinkedIn

Alguien tiene que decirlo: tenemos un problema con la innovación. No se trata, siquiera, de timos y engañabobos pseudotecnológicos del estilo de un Juicero. Es algo más fundamental: empresas que deberían comportarse de un modo más prudente no dudan en lanzarse a la palestra, megáfono en mano. Necesitan dinero y venden pieles de oso no ya antes de haberlos cazado, sino antes de haber olido ninguno. En el proceso, el aire queda lleno de mensajes engañosos que pueden convencer a cualquier espectador desprevenido de que vivimos en un mundo del futuro donde la tecnología ha resuelto todos los problemas. ¿Por que escuchar a los pregoneros del apocalipsis climático cuando tenemos todas las soluciones tecnológicas al alcance de la mano?

Estas declaraciones de Elysian Aircraft, una de las compañías que sigue en la carrera en pos del desarrollo de aparatos voladores completamente eléctricos después de un febrero horribilis con la caída en picado de Eviation y la segunda quiebra de Lilium, se apoyan en un artículo de De Telegraaf. Que, a su vez, se apoya en un estudio de la consultora CE Delft: Climate Change Impact Analysis of Electric Aviation [van der Giesen et al., 2025]. Los saltos y los cambios de idioma son una de las técnicas de «humo y espejos» habituales en estos casos.

El estudio, por demás muy interesante, muestra estos datos:

Gráfico de barras que muestra los gramos de CO₂ equivalentes por pasajero-kilómetro para diferentes transportes, con énfasis en los aéreos. La tabla muestra los siguientes valores:
E9X gen1: 40
H2 célula de combustible: 115
H2 turbina: 95
Avión de pasajeros de un pasillo con combustible Jet A1: 165
Objetivo EU de combustible bioSAF para aviones de pasajeros de un pasillo: 95
Avión de pasajeros de un pasillo con combustible eSAF: 155
Coche eléctrico, 1 pasajero: 85
Coche eléctrico, 4 pasajeros: 20
Tren internacional: 15
FIgura de [van der Giesen et al., 2025].

El texto cita las condiciones bajo las que se han calculado las emisiones de las diferentes alternativas de transporte por pasajero-kilómetro comparadas con el prototipo de avión eléctrico de Elysian, el E9X. Supone un mix de producción típico europeo de 2035, de acuerdo con la hoja de ruta de la Comisión Europea. Para que quede claro: ¡sería un resultado excelente! Que un avión apenas doblara las emisiones de un tren de largo recorrido supondría todo un hito en la movilidad descarbonizada. Más adelante en el informe se comenta que si la producción eléctrica estuviera totalmente descarbonizada, las emisiones serían prácticamente iguales a las del tren. ¡Fantástico!

Pero observad mi uso de los tiempos verbales: «sería», «doblara», «supondría». Condicionales y pretéritos imperfectos de subjuntivo. Estoy comentando algo que no ha ocurrido, pero que podría suceder en el futuro con cierta probabilidad. Repasemos ahora la redacción de la nota en LinkedIn: «confirma», «es». Tiempo presente, que solo se rebaja al condicional para comentar el resultado más sorprendente —el de una supuesta igualdad de emisiones entre un vehículo aéreo y un ferrocarril— y que necesita de más sucesos alineados en el futuro para hacerse real. Ya no solo es que el mix eléctrico de 2050 (fecha objetivo que, por demás, no se cita en la nota de Elysian) tenga que ser completamente renovable, sino que efectivamente su prototipo de avión eléctrico logre, finalmente, volar con unas emisiones similares a las proyectadas. O, simplemente, volar. La mortalidad en las startups aeronáuticas es muy elevada, como este pasado mes ha evidenciado. En general, el camino del papel al uso comercial está lleno de obstáculos. Más cuando se trata de surcar los cielos. Más aún cuando lidiamos con tecnologías que no están maduras. Es de esperar que la inmensa mayoría de las innovaciones que se proyectan acaben, por un motivo u otro, en nada.

El mágico cambio de tiempos verbales, de condicionales y subjuntivos a presentes de indicativo, no solo hace los textos más dinámicos y sencillos de asimilar. También manipula su sentido, sustanciando como reales hechos que no lo son. Permite a los siguientes eslabones en la cadena, a quien quiera que recoja el testigo a partir de notas de prensa, noticias y comentarios así redactados, hacer afirmaciones más y más separadas de cualquier realidad y racionalidad. Como en la perla Estudio: el avión eléctrico, mejor que el tren.

Cualquiera que piense que el tren es el medio de transporte más limpio en la Europa del futuro está equivocado.

Y cita a un supuesto experto en movilidad de la universidad técnica de Eindhoven (TU/e), Carlo van der Weijer, en otra cita lapidaria:

Cada vez estoy más seguro de que el tren de alta velocidad no tiene futuro.

Lamentablemente, en estos días estamos cada vez más abocados a observar con cuidado quién afirma qué. Van der Weijer es un ingeniero mecánico que ha trabajado como ejecutivo en Siemens o en TomTom, lo que quizá le otorgue ciertas credenciales en el campo de la movilidad. Pero hoy dirige un instituto de sistemas de inteligencia artificial asociado a la TU/e y, también, está relacionado con la Singularity University, una falsa universidad no exenta de las controversias usuales en el mundillo del culto a la tecnología, fundada por Peter Diamandis y Ray Kurzweil. Un chiringuito educativo que ofrece servicios de incubación de startups, programas de enseñanza no reglados para ejecutivos y consultoría.

Este es el proceso por el que una innovación va pasando de mano en mano, de startup en periodista, de consultora en conferenciante-sacerdote de la iglesia de Silicon Valley, para convertirse en un futuro epatante que deificar. Una pieza más del aceleracionismo tecnosolucionista que amenaza nuestras ya de por si inestables sociedades. La innovación puede estar más o menos anclada en la realidad como en este caso. Puede ser más o menos probable su llegada al mercado, algún día. Pero abundan los casos de engaños desnudos. Es irrelevante para la máquina de crear futuros de maravilla.

El avión eléctrico de Elysian tiene una posibilidad de hacerse real. Ojalá lo consiga. También es cierto que, seguramente, nunca dispongamos de una red de trenes de alta velocidad tan mallada como para alcanzar a toda la población. Y, claro, siempre habrá islas. España, además, no es el único país europeo que ha construido una panoplia de aeropuertos en los lugares más improbables como una forma de distribuir atención política a regiones no centrales. Si un avión de alcance regional y con capacidad para varias decenas de pasajeros pudiera servir estos destinos de demanda baja en condiciones similares a las de un ferrocarril, la sinergia resultante crearía una red rápida, coherente en costes y mucho más baja en emisiones que las alternativas actuales. Es un buen motivo para prestar atención e inversiones al desarrollo de la aviación eléctrica.

Pero ni es el presente, ni vamos a dejar atrás las «obsoletas» vías para emprender el vuelo en ningún futuro previsible. Jürgen Geuter (tante, en redes), sociotecnólogo y ensayista alemán, afirma que la innovación es una distracción. La mayoría de los problemas que nos acechan en este siglo tienen solución sin innovar. Sabemos qué hay que hacer para, por ejemplo, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Ni siquiera es difícil, aunque los poderes económicos proyecten la imagen de que no hay otra vía y de que la hecatombe climática es preferible al fin del crecimiento. Estos mismos poderes, a través de su brazo más tecnificado, proyectan la imagen de que las soluciones aparecerán, incluso por sí solas. De que llegará una «singularidad» cuasirreligiosa en la que la inteligencia artificial lo resolverá todo. Como en las viejas historias:

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán resucitados sin corrupción; y nosotros seremos transformados.

1 Corintios, 15:51-52

Cómo deciros que la innovación no es esta locura. Que no es lo que predican los sacerdotes del humo y la ketamina. Es algo mucho más arduo: trabajo.


van der Giesen, C., Meijer, C., Bergsma, G., van der Pol, J., Vendrik, J., van der Veen, R., & Grebe, S. (01/2025). Climate Change Impact Analysis of Electric Aviation. https://cedelft.eu/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/CE_Delft_240152_Climate_Change_Impact_Analysis_of_Electric_Aviation_Def_.pdf

Comentarios

2 respuestas a «Los renglones torcidos de la innovación»

  1. @blog muy buen artículo

  2. @blog sólo el título ya me sorprende. el límite superior del alcance de la batería está en unos 500/800 km. Sin contar con los desvíos a los alternativos. Porque como operación comercial es obligatorio tener en cuenta ese desvío. De hecho, Airbus ha aparcado todo lo eléctrico por falta de madurez en las baterías. Ahora sigo leyendo

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